¡Pánico!

Por Natalia Marriaga

Las columnas vigilantes son estructuras metálicas con cámara y micrófono integrado para hacer de la capital una ciudad más segura. Es una gran idea, sin duda, considerando los problemas de seguridad que acechan a Bogotá. El único y minúsculo problema: el grueso de la población no las conoce.

Debo reconocer que yo tampoco sabía de la existencia de estos aparatos hasta que el miércoles 25 de mayo leí un artículo publicado en la versión en línea del diario El Tiempo, que revela, precisamente, el hecho de que la gente no sabe que cuenta con esta opción.

Me sorprendí al enterarme que las columnas funcionan desde hace cuatro años; me asusté al saber que hay una en una esquina por la que paso todas las semanas y de la que, igual, no me he percatado; pero realmente entré en pánico cuando vi que el Distrito invirtió más de 456 millones de pesos en este sistema. ¿Dónde está la bendita columna vigilante cuando uno la necesita? Está en míseros 9 puntos de la ciudad (cinco en estaciones de Transmilenio donde ya suele haber policías, y dos en una misma estación).

Después de una inversión de 456 millones que cada contribuyente aportó con su esfuerzo, hallo inconcebible y, más que todo, desconsiderado, que dicha cantidad de dinero solo hubiera alcanzado para nueve columnas. Sin embargo, en vista de que no sé cómo se distribuyó el presupuesto, le daré al Distrito el beneficio de la duda y supondré que el sistema es tan complejo y sofisticado que realmente los recursos no daban para más que nueve.

Aún así, después de que los bogotanos sacaron de su bolsillo unos 850 salarios mínimos, que el gerente del Fondo de Vigilancia y Seguridad, Mauricio Solano, se excuse en que se han hecho algunas campañas para incentivar el uso del sistema, pero que los bogotanos se muestran indiferentes, es una bofetada.

Si todos los bogotanos se muestran indiferentes, tal vez no es culpa de ellos, sino de la inviabilidad del sistema, pues con solo nueve columnas, las probabilidades de que alguien pueda usar una cuando está siendo víctima de un crimen, o vea que se comete uno, son remotas. Tal vez, un estudio de viabilidad y mercado hubiera sido una mejor inversión para que, antes de gastar 456 millones de pesos, el Distrito se hubiera dado cuenta que los bogotanos no lo iban a usar. Y tal vez, si el botón más cercano a mí no estuviera a, literalmente, 55 cuadras, iría a oprimirlo para que la Policía se entere de que (a mí, y a ellos, y a todos) nos han quitado 850 salarios mínimos.

 

Post to Twitter