Los jardines colgantes de Bogotá

 

 

Los jardines verticales, además de adornar las fachadas monótonas de la ciudad, purifican el aire, aíslan el sonido, refrescan los edificios y, ocasionalmente, dan hogar a los pájaros.  Directo Bogotá salió en busca de estos proyectos ‘verdes’ que cada vez más se popularizan con la intención de que la ciudad reverdezca.

 

 

 

Reverdeciendo el colegio

Lugar: Colegio Distrital Manuela Beltrán

Dirección: Avenida Caracas con Calle 57

Sector: Chapinero

Texto y fotos: Angie Paola Sierra

 

Reverdeciendo el colegio es un proyecto que nació en el 2009, para celebrar los 100 años del colegio Manuela Beltrán. Comenzó cuando los estudiantes hicieron plantaciones en botellas plásticas recicladas, en las cuales germinaron semillas de todo tipo. De la mano de profesores de ciencias naturales, presentaron un proyecto a la Alcaldía de Teusaquillo para hacer un jardín vertical, el cual fue aprobado y financiado por el Comité Ambiental Local. “Plantaron eugenias, azaleas y helechos en materas alrededor de toda la estructura y desde abril de 2014 se puede disfrutar del primer muro”, dice Doris Stella Vergara, rectora del colegio.

 

Los implementos usados para la elaboración del jardín son 100% naturales y renovables. Su?estructura de soporte es fácilmente?desarmable y reutilizable. Se adapta a las condiciones climáticas para asegurar un crecimiento continuo de las matas y requiere de poco mantenimiento. Además de proteger y embellecer el edificio, aísla sonidos y vibraciones.

 

Después de la instalación de los nuevos jardines verticales, y con el fin de que los vecinos hicieran parte del proyecto, se dictaron talleres gratuitos en las instalaciones del colegio para quienes quisieran hacer estos jardines en sus casas. En julio de este año,  se inauguró el segundo muro vertical —ubicado en la calle 58— con el mismo sistema. El proyecto ’Reverdeciendo’ también se ha extendido fuera de las instalaciones con la siembra de 3.600 árboles en los cerros orientales por medio de la técnica japonesa llamada ‘Nendo dangos’, que consiste en crear unas bolas de arcilla mezcladas con semillas. Una labor heroica digna de la centenaria institución.

 

 

Una huerta entre vidrio


Lugar: Escuela Colombiana de Carreras Industriales ECCI
Dirección: Carrera 20 # 51-17

Sector: Galerías

Texto y fotos: Andrés Palpati

 

Bogotá es paisaje de concreto, vigas, construcciones, y polvo gris, y en la bulliciosa calle 53 solemnemente se yergue la sede P de la Escuela Colombiana de carreras industriales ECCI. Queriendo mejorar la calidad de vida de sus estudiantes, la institución incursionó en las biotecnologías para optimizar recursos como el agua y la luz.

 

El jardín consiste en hileras de plantas que descienden por el edificio, y aunque frondosas, parecen no obstaculizar la visibilidad interna del edificio con amplios ventanales, que dejan entrar la luz a los salones de clase. Precisamente, el objetivo no es obstaculizar sino limpiar el aire y obstruir la llegada de sonido. Es como si las plantas se enredaran en la fachada y pudieran tocar el cielo.

 

Al verde vivo

Lugar: Edificio Teleport Business Park

Dirección: Calle 112 con carrera 7ª

Sector: Usaquén

Texto y fotos: Natalia Carvajal G.

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Con 250 metros cuadrados de vegetación, se alza uno de los jardines más anchos de Bogotá, en el costado sur del edificio Teleport Business Park. Esta construcción ecológica llama la atención por la belleza de las plantas agrupadas de manera simétrica en cubículos de 45 centímetros de ancho por 10 centímetros de alto.

 

El encargado de darle vida a este jardín fue Ecoltehado, empresa de proyectos de ingeniería ambiental que reducen los niveles de monóxido de carbono y ayudan a bajar la temperatura interna de los edificios de manera natural sin necesidad de gastar más plata y energía en ventilación.

 

El muro fue construido en 2013 y se compone de 4.000 módulos canguru, que son recipientes plásticos para la siembra de las plantas, de fácil mantenimiento.  Así,  12.000 plantas de ocho especies diferentes se alzan para embellecer el espacio público, aislar el edifico acústicamente y reciclar 3.600 kilogramos de plástico.

 

Un gigante verde

 

Lugar: Hotel B3

Dirección: Carrera 15 # 88-36.

Sector: El Virrey

Texto y Fotos: Alexandra Pineda

 

Más de 25 mil plantas, de 55 especies diferentes, forman parte del ecosistema que decora la fachada principal de esta estructura de 400 metros cuadrados, uno de los muros verdes más grandes de Suramérica. Las plantas fueron seleccionadas luego de un riguroso estudio, ya que no todas logran dialogar de la misma forma, según el principio del paisajismo urbano.

 

Gracias a la intensidad de sus colores, captura la atención de los transeúntes de la carrera 15. El diseño, construcción y mantenimiento de este muro estuvo a cargo de la empresa colombiana Groncol, junto con la empresa española Paisajismo Urbano, líder mundial en construcción de jardines verticales.

 

¿Pero cómo se mantiene esta fachada en medio de la polución de la ciudad? El equipo de Paisajismo Urbano diseñó un sistema de riego hidropónico en el cual el agua es foco central; esta se mezcla con los nutrientes que necesitan las plantas haciendo innecesario el uso de la tierra y permitiéndoles crecer de manera vertical. Por otra parte, se eligieron especies nativas o adaptadas al entorno de contaminación y radiación de la zona que podrán durar 20 o 25 años.

 

 

Piel natural para Bogotá

Lugar: Secretaría Distrital de Ambiente

Dirección: Avenida Caracas con calle 54

Sector: Chapinero

Texto y fotos: Theo González

 

 

“Introducir a Bogotá en 120 metros cuadrados no fue una tarea fácil”, dice entre risas Natalia Giraldo mientras señala el jardín vertical sobre el costado izquierdo de la fachada de la Secretaria de Ambiente. Tiene un diseño que representa una panorámica de la ciudad de Bogotá y lleva cuatro meses instalado. Además, ya cuenta con varios nidos de pájaros que han llegado hasta allí en busca de aire puro y seguridad para sus pichones.

 

Natalia es la profesional de apoyo de la subdirección de Ecourbanismo y Gestión Ambiental Empresarial de la Secretaria de Ambiente y ha sido una de las encargadas del proceso de instalación y cuidado de este espacio verde, que irrumpió en el paisaje urbano en junio de 2014 , luego de cinco años de estudios.

 

La Secretaria de Ambiente cambió de sede en 2009, y en el Acuerdo 418 de ese entonces, se planteó que el nuevo edifico contaría con una ‘fachada verde’. “Cuando llegamos, ya estaban diseñados los techos verdes. Sin embargo, la instalación del jardín fue todo un reto porque la fachada del edificio es de mármol y no puede sufrir modificaciones por cuestiones de garantía. Por ello nos decidimos por una estructura autoportante para este proyecto”.

 

Y precisamente esa estructura  es la que le da solidez al jardín, que cuenta con una base, una malla,  la capa de impermeabilización y, finalmente, los bolsillos que contienen las cerca de 10 especies de plantas. En la base está el sistema de riego que trae el agua lluvia recolectada por medio de las terrazas y los techos verdes que se encuentran dentro del edificio de la Secretaría,  y que nutren a las plantas y flores incrustadas en los bolsillos. Así, cada mañana de por medio, a las 5:00 en punto, y durante la tarde en el mismo horario, se abren las llaves que dan vida a este jardín.

 

Arte que florece

Lugar: Teatro Libre Chapinero

Dirección: Calle 62 #9-65

Sector: Chapinero

Texto y fotos: Lizeth Mosquera

 

El Teatro Libre es una fundación sin ánimo de lucro que lleva 41 años en la ciudad de Bogotá. Lo que antes era una pared rayada, orinada y oscura, se convirtió en un jardín vertical de 36 metros cuadrados, con  aproximadamente 800 plantas como helechos, pinchonas, deditos de bebé y repollas, gracias a la iniciativa de dos jóvenes, Bernardo Villa, técnico en sistemas y Camilo Borda, abogado.

Ellos le dieron una nueva cara a la fachada de la sede de Chapinero. A pesar de no ser precisamente artistas, decidieron arriesgarse a crear este espacio que es una opción amigable con el medioambiente y decora la puerta de salida de los artistas. El proyecto fue acordado con el Teatro Libre, quienes aportaron la materia prima. Mientras tanto, los jardineros empíricos prestaron su tiempo y mano de obra. Dedicaron 10 días con jornadas hasta las 2 am.

Una vez finalizado el jardín, sus creadores decidieron bautizarlo con el nombre de “verde vibo”. Se inauguró a principios de septiembre de este año, un día antes de la apertura del Festival Internacional de Jazz de Bogotá, refrescando la imagen del tradicional teatro.

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