Por Andrea Ortiz Daza
Una paisa de 1.80 mts. de estatura fue la encargada de que las integrantes de la Selección Colombia Sub-17 siempre tuvieran fuerza y resistencia para sortear el largo camino hacia una final del mundo: ¿Quién es esta mujer que empezó jugando en las calles de su barrio en Medellín y puso a entrenar a Linda Caicedo y compañía en pleno aeropuerto de Turquía?
Los equipos de fútbol no solo se conforman por el técnico y jugadores. Detrás de las victorias, empates y derrotas, hay un equipo médico encargado de que los pulmones y las piernas de las jugadoras aguanten el trajín que supone un partido de más de 90 minutos. Ese es el trabajo de Viviana Cardona, actual preparadora física de la Selección Colombia Femenina, quien hizo parte del subcampeonato en la Copa Mundial Sub-17 después de recorrer un camino que inicio como jugadora profesional.
El deporte siempre ha estado en el ADN de Viviana. Es la menor de 9 hermanos. Sus hermanas practicaban fútbol e intentaban llevársela con la excusa de que las viera jugar. Aunque Hermelia Valencia, su mamá, no quería que practicara ese deporte porque los hombres se referían de ‘machorras’ a sus hijas mayores, a los cuatro años Viviana jugaba improvisado torneos callejeros con sus amiguitos de la cuadra. Conforme pasaba el tiempo, Viviana se interesaba cada vez más por este deporte. Solía escaparse de su casa para jugar con las escuelas de niños que llegaban al barrio, en Medellín.
Describe con emotividad su adolescencia, cuando el deporte se convirtió en la unión para las familias en el barrio. Viviana jugó baloncesto y voleibol, hizo parte de las selecciones en sus colegios y recibió distinciones a la mejor jugadora. Se pregunta: “¿habría llegado a ser Selección Colombia si hubiera continuado en estas disciplinas?”, ella contesta con risa: “no lo sabemos”. Y no se arrepiente de haber escogido el deporte más popular del mundo para escribir su historia.
Siempre tuvo el apoyo de sus hermanas, quienes con acento paisa le decían: “nooo, ma’, ella puede hacerlo, además todo el mundo la está viendo”. Ahí empezó el sueño de ser jugadora profesional. Los entrenadores de microfútbol (fútbol de salón) iban hasta su casa y le pedían permiso a doña Hermelia, prometiéndole que se encargaban de llevarla y recogerla. Cuando tenía 16 años, la profe Luz Estela Zapata la invitó a jugar. Viviana no sabía cómo coger un bus para llegar a los entrenamientos y se dio cuenta de que el asunto ya no era de afición sino de algo más serio.
Dejar de estudiar una carrera profesional por jugar fútbol no era una opción para Viviana, pero dejar este deporte tampoco. Sus profesores la impulsaron a dedicarse a la enseñanza. Aunque ella había trabajado con niños, sabía que ese no era su camino: “Yo no me veo un salón. Soy más del campo”.
Decidió estudiar profesional en deporte en el Politécnico Jaime Isaza Cadavid, luego se especializó en entrenamiento deportivo en la Universidad de Antioquia y en preparación en fútbol en España. También hizo un curso de dirección técnica, pero no la entusiasmó.
Sin duda, su segundo hogar fue Formas Íntimas, un club que se ha convertido en el gran semillero de las jugadoras profesionales en Colombia. Este club significa mucho para Viviana porque fue su casa por 12 años. Para llegar aquí, ella disputó “El Torneo del Aconsejal” donde participaron Molino Viejo, club la base de la Selección Antioquia, Formas Íntimas (estaba iniciando) y un equipo de aficionadas con niñas de los barrios de Medellín.
Viviana se destacó en ese torneo y la profe Luz Estela se la llevó a Formas Intimas para hacer parte del equipo. Nervios, ansiedad y preocupación, esas fueron las emociones que sintió Viviana al llegar al club y darse cuenta de que no estaba al nivel de las demás jugadoras, como Luz Aydé Grisales, hermana del ‘Totono’ Grisales, ídolo de la selección Colombia. Cuando le preguntaban cuál era su posición en el campo, ella no sabía que responder. A pesar de esto, se creó un semillero para iniciar el proceso.
Para el grado de bachillerato de Viviana, Doña Hermelia preparaba todo para la celebración. Sabía que recibiría reconocimientos a la excelencia académica y a la mejor deportista. Días antes, Viviana recibió el llamado a concentrar con la Selección Colombia en Armenia y de inmediato aceptó. Con lágrimas en los ojos, llamó a su mamá para pedirle que asistiera a la ceremonia aunque ella no estuviera ahí.
Jugando en el club Itagüí, a Viviana la llamaron para conformar la primera selección juvenil de fútbol en una categoría Sub-19. Por su estatura, de más de 1.80 mts., el técnico del equipo la ubicó de defensa central. Aunque no conocía bien la posición, se arriesgó, viajó a Ibagué y obtuvo el campeonato con la Selección Antioquia en 2005. Su carrera profesional se convirtió en un obstáculo para continuar con el fútbol. Durante dos años, la profe Luz Stella preguntaba “¿dónde está Viviana? ¿Por qué se pierde?”. Mientras tanto, ella estudiaba y jugaba fútbol de salón con la Selección Medellín en juegos departamentales, dado que se había terminado el proceso.
En 2008 se volvió a conformar la Selección Antioquia, esta vez en la categoría de mayores. Mauricio Parodi Díaz, presidente de la Liga Antioqueña de Fútbol, buscó a Viviana para que hiciera parte del equipo. Fue entonces cuando despegó su etapa como jugadora profesional. Liliana Zapata, técnica del equipo, la invitó para que hiciera parte de Formas Intimas. ‘Lilo’, como Viviana le dice de cariño, se convirtió en una amiga de la vida.
Las lesiones son el terror de cualquier deportista. Viviana, durante su paso por Formas Íntimas, no puedo evitarlas. Disputó siete ediciones de la Copa Libertadores, seis de ellas en Brasil y una en Colombia. Jugando contra Foz do Iguaçu, en una etapa decisiva en que solo podían ganar para continuar en el torneo, Viviana sintió que su cuerpo no estaba respondiendo como debía. El técnico había realizado todos los cambios permitidos y Viviana no pudo salir. En el entretiempo, Viviana bebió tres frascos de Gatorade para intentar recuperar el rendimiento. Ese día, en un choque contra una delantera, se fracturó la clavícula. Mientras Diana Ospina la alentaba para continuar, el equipo médico la llevó al hospital. Aun con la fractura, Viviana estuvo pendiente del partido, cuyo resultado final fue de 4-4.
En 2015 Viviana estaba haciendo sus prácticas de la universidad. El tiempo no le alcanzaba y su estado físico era inferior al de las otras jugadoras. Con el brazalete de capitana, sentía una gran responsabilidad y, al mismo tiempo, sabía que su tiempo como jugadora estaba terminando. ‘Lilo’ la invitó a ser parte de Envigado FC para iniciar la liga profesional y no quedo seleccionada. Equidad la llamó para jugar en Bogotá y rechazó la oportunidad porque sabía que le faltaba muy poco para terminar la universidad y no iba a permitir que nada la desconcentrara.
Catalina Usme, Daniela Montoya, Sandra Usme, Lady Andrade y Naila Imbachí son algunos nombres que emocionan cada vez que se habla de la Selección Colombia. Viviana jugó con ellas por muchos años. Tiempo después se convirtió en la ‘profe’, lo cual era una sensación extraña. “Me ayudaron a crecer como profesional y persona. Era otro rol”, dice Viviana recordando el momento en el que compartió con ellas desde el cuerpo técnico. Asegura que se alegra cada vez que las ve jugar en la Selección.
En 2018, mientras Colombia participaba en la Copa Mundial en Rusia, Viviana tomó la decisión de terminar su carrera como futbolista, pero no su historia en el fútbol. “Tenemos que entrenarnos mejor. Como jugadora vi la necesidad de prepararse bien, las lesiones no eran una opción”. Con esta convicción, Viviana se convirtió en la mano derecha de ‘Lilo’ como preparadora física en Formas Íntimas. Aunque la dirección técnica no era su objetivo principal, hizo un curso de preparación de técnicos en la Liga Antioqueña de Fútbol.
Marco Roldán, gerente y patrocinador oficial de Formas Íntimas, le propuso a Carlos Paniagua ser el director técnico del equipo de Envigado en la categoría de mayores. Aunque fue un reto aceptar una propuesta de dirigir un equipo femenino, después de haber logrado un título y un subcampeonato con la Selección Colombia sun-17, junto a Carlos ‘Piscis’ Restrepo, el profe Paniagua aceptó.
Durante ese torneo, Viviana fue la masajista del cuerpo técnico del profe Paniagua. Como ella conocía a las jugadoras del equipo, el profe le preguntaba cuál era la forma más pertinente para que cada una evitara lesiones según su posición en el campo de juego. Por su trabajo y desempeño, Viviana fue una de las condiciones para que el profe tomara las riendas del equipo femenino de mayores en la alianza entre Formas íntimas y el Deportivo Independiente Medellín. Se convirtió en la preparadora física del equipo y durante tres años lograron posicionar al equipo en el fútbol femenino.
El año pasado, cuando terminó el proceso con Formas Íntimas, Viviana seguía trabajando en la Universidad de Antioquia cuando recibió una llamada del profe Carlos Paniagua. Él le dijo: “flaca, la necesito urgente. Necesito hablar con usted”. Viviana le dijo que llegaba después de trabajar, pero un aguacero en la ciudad de Medellín se lo impidió. El profe le pidió la hoja de vida de inmediato con todos sus logros en el fútbol. Ella recuerda con emoción ese momento porque al principio no entendía la insistencia del profe, pero a los pocos minutos se enteró por redes sociales de que el profe Paniagua sería el nuevo técnico de la Selección Colombia femenina en las categorías sub-17 y sub- 20.
El siete de diciembre, el nuevo técnico de la selección femenina le comentó a su equipo que trabajarían con la convocatoria realizada por el técnico Nelson Abadía, dado que ellos no conocían del todo a las jugadoras. Viviana cuando las jugadoras le contaron que tenían miedo de que un técnico nuevo no las pusiera a jugar porque pensaron que iba a continuar el profe Abadía. Al iniciar el micro ciclo, ellos se presentaron como cuerpo técnico y las jugadoras se alegraron al saber que su preparadora era una mujer.
“Yo no vengo a cambiar nada, vengo a aportarles. También fui jugadora y sé las necesidades que tenemos como mujeres. Son una amiga más”. Así creó Viviana un ambiente ameno de trabajo, donde vivieron ese diciembre como una familia. Las niñas, como les dice ella, le contaron que se sintieron muy cómodas con el profe y estaban ansiosas por concentrar de nuevo el 26 de enero de este año. El cuerpo técnico tuvo que concentrar a las dos categorías al mismo momento. El tiempo era muy corto y la selección sub-17 tenía solo dos meses para preparar la Copa América, en la que jugaron la final Brasil, logrando el subcampeonato y, lo más importante, la clasificación al Mundial Sub 17 en India.
Viviana trabajaba sin descanso. Se venía la clasificación de la selección Sub-20. Brasil ya tenía uno de los cupos para el mundial en Costa Rica y la preparadora física no podía permitir que las jugadoras perdieran el ritmo. El equipo logró la clasificación, las dos categorías se preparaban simultáneamente y los clubes ayudaron para que las jugadoras pudieran cumplir los planes de trabajo a cabalidad. Llegaron los Juegos Bolivarianos antes del mundial. Tres partidos en tres días llevaron a duplicar el esfuerzo, que se vio reflejado en la medalla de oro que obtuvieron en este torneo.
Linda Caicedo, Ana Guzmán, Gabriela Rodríguez, Juana Ortegón, Mary José Álvarez y Stefano Perlaza viajaron con la selección sub-20 a Costa Rica. Gracias a esa participación en el mundial, se convirtieron en la columna vertebral del equipo sub-17 para enfrentar el mundial de esa categoría. Durante la concentración antes de viajar a India, el equipo estaba motivado y dispuesto a adaptarse. Las jugadoras tomaron la iniciativa de acomodar los horarios de sueño, madrugar si era necesario y demostrarles a su técnico y preparadora de que estaban listas para llevarle una alegría al país.
A pocos días de tomar el vuelo con escala en Estambul, Viviana anunció que Karla Torres no viajaría por una lesión en la rodilla. Aunque la noticia golpeó al equipo, las jugadoras se motivaron más para obtener el título por ella. En el Aeropuerto Internacional Atatür, a 10.714km de Bogotá, mientras esperaban el vuelo a India, Viviana les dijo a las jugadoras: “¡Niñas, vamos a entrenar aquí! Vamos a hacer un poquito de movilidad y a trabajar con las bandas”. Y así fue como en la mitad del pasillo empezaron a trotar y estirar, lo cual llevó a que Viviana se convenciera aún más de que tenía un equipo comprometido y ambicioso. Es la tía consentida de cada una de ellas, “las alcahueteo, pero también las apreto un poquito”. Cuando habla de cada detalle enfatiza en qué ellas no podían comer nada picante en los almuerzos y en que debían dormir bien para estabilizar el cuerpo.
El primer partido de mundial fue contra el vigente campeón, España. Aunque Colombia perdió 0-1, el equipo se repuso y derrotó a China y México. En cuartos de final ganaron 3-0 ante Tanzania, un equipo africano que las estaba preparando para el partido más difícil durante el mundial, la semifinal contra Nigeria. En los 90 minutos el partido fue parejo. Cuando el árbitro pito el final, Viviana estaba calentando con las suplentes, y el profe Paniagua llamó al equipo para definir quiénes cobrarían los penaltis. Con tranquilidad, pero con escalofríos cada vez que las colombianas iban a patear el balón, Viviana hacia anotaciones en su libreta para calmar la ansiedad. El profe Paniagua no podía quedarse quieto: se ponía de pie, se sentaba sobre la nevera o se detenía en el costado izquierdo del terreno. Después de trece cobros, la portera Luisa Agudelo se estiró hacia la izquierda y tapó el penal de Nigeria. ¡Finalistas del mundial por primera vez en la historia de la Selección Colombia!
Viviana no podía perder la calma a pesar de la emoción. España era el rival más difícil y había que preparar bien a las jugadoras. Fue un partido parejo, que se definió a favor de las europeas con un autogol de Ana María Guzmán en el minuto 82.
Un camerino en silencio, lágrimas en los ojos y cabezas bajas. Viviana también estaba triste, pero no podía derrumbarse delante de ellas porque debía lograr que sus chicas entendieran la magnitud de lo que habían logrado.
Pasada esa noche, el equipo dirigido por el profe Paniagua se levantó dándole gracias a Dios por la experiencia y les dijo a las jugadoras que harían una parada en París antes de llegar a Bogotá. Con fotos en la Torre Eiffel y tour por la ciudad de la luz, el equipo llegó renovado para ser recibido por sus familias y miles de hinchas que esperaban a sus heroínas en Colombia. Viviana, entre ellas: una crack como jugadora, preparadora física y amiga de las futbolistas que lograron el título más importante de la Selección Colombia en la historia.