Leonardo Muñoz, fotoperiodista colombiano, ha sido reconocido por su trabajo en Mocoa, Venezuela, y en los Juegos Olímpicos de Río de 2016. El fotógrafo habló sobre los retos, las dificultades, y sobre el quehacer en el mundo de la fotografía.
A los 19 años Leonardo decidió que la fotografía era el rumbo más sensato para seguir. Su otra opción fue la música, pero al ver lo complicado y mal recompensado que era ese mundo, las cámaras se consolidaron como su instrumento. Parte de esa decisión fue gracias a que su papá y su hermano estaban ya dentro en el oficio de las fotografía, y decidió aprender junto a ellos, y más fotoperiodistas que conoció en los años siguientes.
Su aprendizaje fue fundamentalmente empírico; el tiempo junto a fotógrafos ‘vieja escuela’ le sirvieron mucho para saber qué hacer sin haber pisado la academia. Leonardo (o Totti, como le dicen sus colegas por su camiseta del futbolista italiano) asegura que en su formación fue clave imitar a los fotógrafos que estaban junto a él, y sobretodo, tener la paciencia de esperar el momento justo.
Esas claves le permitieron ganar un nombre dentro del fotoperiodismo. Por eso, varios medios colombianos y extranjeros han publicado su trabajo en primera plana. Sin embargo, su trayectoria ha estado marcada por momentos turbios y difíciles como la tragedia de Mocoa. Esa experiencia le dejó valiosas enseñanzas: una de ellas fue guardar distancia y otra, andar sin prisa. En medio de su afán por conseguir buenas fotos, casi queda enterrado en el alud que arrasó con barrios enteros.
Su trabajo hizo que las agencias de prensa se interesaran en él, una de ellas fue EFE. Trabajando para ellos, Totti vivió en carne propia la dificultad de ejercer su oficio en un país con pocas garantías para la prensa, como lo es Venezuela. Allí fue retenido por el servicio de inteligencia (SEBIN) y tras algunas horas desaparecido, fue liberado junto con otros dos colegas.
No obstante, en su oficio, episodios más agradables también estuvieron presentes; el año 2016 fue un gran ejemplo. Ese año pudo cubrir los Juegos de Río y llegó a tener el reconocimiento de haber tomado una de las mejores capturas de todo el torneo, la foto de la final de tenis entre Juan Martín del Potro y Andy Murray. A partir de ahí, se interesó por fotografiar eventos deportivos, y relegó las manifestaciones y marchas a un segundo plano.
Leonardo afirmó que su trabajo mezcla experiencia, técnica y un toque de suerte. También enfatizó que nunca sobra preguntar a los que más saben y que, por momentos, tomar distancia es la mejor decisión. También señaló que las técnicas a veces limitan y que hay situaciones en donde ellas merecen ser ignoradas para que una fotografía sea la indicada. Por sobre todo, dejó en claro que un fotógrafo debe tomar las fotos que él considere así no pasen de la ‘vanidoteca’, pues uno debe ser fiel a sí mismo.
Más sobre fotoperiodistas: Rodrigo Abd, el poder de la imagen | Jesús Abad Colorado: El testigo del conflicto colombiano