os cientos de ciclistas que suben esta exigente escalada, la más famosa de Bogotá, necesitan usar al máximo sus dos pulmones. En el último tramo, cuentan con un tercer “pulmoncito” que los anima y los hidrata, como en cualquier gran vuelta europea. Esta es su historia.
Por Joseph Wancjer , Juan Felipe Lozano y Luisa Lara