La animadora colombiana que llegó a Cannes con sus acuarelas en movimiento

Por Ana María Cañón

Gracias a su cortometraje La perra, inspirado en la muerte de su mascota, la artista visual Carla Melo Gambertse convirtió en la primera mujer en llevar una animación colombiana a la competencia oficial del reconocido festival francés en la categoría de cortometrajes de 2023.

Carla Melo reconoce que su trabajo cinematográfico está motivado por “encontrar el error”.  Foto: Bruno D. Melo

La realizadora audiovisual nació en 1993 en Bogotá y creció de la mano de su madre, música, y su padre, arquitecto. Carla Melo Gambert es una amante de la danza contemporánea desde muy joven y tiene una inclinación por explorar el cuerpo y la imagen en todas sus expresiones.  

Desde su formación académica y profesional, ha explorado diferentes campos y técnicas. Se graduó de la Universidad Javeriana como estudiante de Artes Visuales con énfasis en expresión gráfica en el 2018. Además, cuenta con un técnico en Congo Films y con un posgrado en cine de la Universidad Torcuato di Tella en Buenos Aires.

Aunque Carla reconoce que su acercamiento a la animación fue desde las artes y no desde el cine, su obra audiovisual La perra  ha sido reconocida en diversos festivales internacionales de cine como el TIFF (Toronto International Film Festival), el MIFF ( Melbourne International Film Festival) y el ANIMAPHIX, entre otros.

La perra es una producción de Evidencia Films y June Films, en coproducción con Arte France. Esta animación de 14 minutos cuenta, a través de la técnica de la acuarela y la tinta, la experiencia íntima y sensible de cómo una niña se convierte en mujer mientras su perra es testigo de ello.

¿De dónde surgió su interés por la animación?

En mi tesis de grado yo quería hacer algo que tuviera dibujo, pero también danza y escribí un cuento. De una manera muy inconsciente se juntaron esas tres cosas. En el dibujo y la danza había movimiento, en la escritura estaba la abstracción de la imagen y con todo ello llegaron las metáforas que se pueden lograr con la animación. Fue un camino muy inconsciente e intuitivo desde las artes y el cuerpo.

¿Cómo cree que su formación académica marcó su trabajo?

Yo creo que el hecho de que fuera artes visuales, así uno escoja un énfasis, como que también es un espacio muy amplio. Hacer parte de una universidad donde puedes mirar cómo es la fotografía, la danza, la actuación, saber que había músicos por ahí. Todo ese contenido fue algo que me llevó a la animación. Yo realmente nunca pensé en hacer animación. Quería hacer cine y por eso después estudié un posgrado en cine.

¿Qué fue lo que más la marcó de ese posgrado?

Ahí me di cuenta de que la animación es cine y es muy poderosa, porque trasciende lo interno, atraviesa muchas cosas y se puede representar desde muchos lugares. En ese posgrado la idea era que rompiéramos con lo que habíamos hecho en el transcurso de nuestro recorrido artístico y no tuviéramos miedo de encontrar el error. Había algo en lanzarse, y el riesgo de exponerse frente a un montón de gente, que terminó siendo muy enriquecedor. 

¿Cómo describiría su proceso creativo al momento de animar?

No soy la mejor para contar cómo me organizo, porque La perra fue todo al revés, pero tuvo un buen resultado. El animatic lo hice en el último momento, cuando en realidad se hace primero un storyboard, luego un animatic y luego se empieza a animar. Hicimos la animación muy pronto para que no se perdiera lo orgánico y lo fluido de ese primer motor. Todavía me falta descubrir mucho, pero sí me sirve el nutrirme de imágenes. Lo primero que hago es imprimir todos los referentes que creo que puedan funcionar y lleno un muro.

¿Cuáles son esos referentes que la acompañan durante su proceso creativo?

Me gusta mucho Marta Pajek, una animadora polaca que me parece una genio, y también Agnès Patron.

¿De dónde viene su motivación por narrar desde la técnica de la acuarela y la tinta?

Tiene que ver con ese interés por encontrar el error, que al final no es un error sino manchas que uno no controla. Para La perra usaba un papel que no absorbía bien y aparecían muchas manchas, nunca lograba tener una textura lisa y perfecta. Siento que eso le da una vida propia y microscópica que no puedo controlar.

La perra es una obra muy íntima e incluso autobiográfica: ¿qué es aquello que la llevó a explorar esa mirada propia de su realidad? 

Creo que fue la muerte de mi perra, que más allá de ser algo muy triste, me hizo pensar mucho en mi crecimiento y lo que significaron las relaciones entre mujeres en mi familia. Mi perra también fue mi madre, en el sentido en que fue testigo de gran parte de mi vida. Además, decir “La perra” es algo muy fuerte, y la idea era jugar con eso, porque sí estuve atravesada toda mi vida por esa mirada machista de que ser mujer está mal, sobre todo en la adolescencia que es un momento muy difícil. Entonces, sí empezó como algo autobiográfico, pero después se convirtió en una construcción del mundo y la mujer.

¿Cómo buscó esa representación del cuerpo y de la feminidad al momento de plasmar la idea?

Yo creo que no la busqué. Había algo de decir que mi corto es feminista que me molestaba un poquito. Yo solo quería hacer algo muy sincero, sin pensar en eso. A través de la relación de madre e hija, de la llegada de una perra y de ver cómo uno vive cosas en la cotidianidad, me di cuenta de que siempre estamos atravesadas por la sensación de estar incómodas en la sociedad y eso tiene todo que ver con el cuerpo y la feminidad.

¿Qué se siente ser la primera mujer colombiana que compite en el Festival de Cannes con un cortometraje de animación nacional?

Como directora mujer, es increíble, porque esto hace que se visibilice más la animación como algo importante y algo central del cine en Colombia. Obviamente fue muy conmovedor ver esos dibujos minúsculos que hicimos en una pantalla gigante en Cannes rodeada de una curaduría de 11 cortos.

¿Cuál fue el mayor reto en la realización de este cortometraje?

Llegó un punto en el que tuve un vacío de no poder imaginar cómo iba a ser el corto y me bloqueé. Pensé que iba a defraudar a todo el mundo. Recuerdo que yo tenía que dibujar un personaje cruzando un plano (que es lo más básico, pero también es lo más difícil en la animación) y no sabía cómo. Luego, Juan Camilo González nos dijo: “empiecen a animar desde algún lugar”. Ahí algo se destapó. Me di cuenta de que solo trabajando uno empieza a perder el miedo.

¿Cuáles son sus proyectos a nivel profesional para el futuro?

Me gustaría meterme en la ficción en algún momento. Me gustaría explorar ese mundo y mezclarlo con animación. No siempre sale bien, pero me gustaría explorar ambos.

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Es un proyecto de la Facultad de Comunicación y Lenguaje de la Pontificia Universidad Javeriana, dedicado al periodismo digital, la producción audiovisual y las narrativas interactivas y transmedia