Javier Vargas transforma el metal en figuras que han llegado a los cinco continentes. Su gran afición: Don Quijote de la Mancha.
Por Juan Esteban Castañeda Peñaranda
De acuerdo con la Red Colombiana de Ciudades Cómo Vamos, Bogotá genera alrededor de 2.3 millones de toneladas de basura al año. De esa cifra, se estima que tan solo el 15% se recicla. Sin embargo, según la Unidad de Servicios Públicos, la cifra podría aumentar a 50% si se hiciera un buen trabajo en la separación de residuos.
Javier Vargas es un bogotano de 55 años de edad que se dedica a comercializar sus creaciones en el Mercado de San Alejo. Aunque no es un reciclador, suele darle nuevas oportunidades a la chatarra para transformarla en arte. Hace veinte años se dedica a recolectar láminas de metal con el fin de crear figuras que pueden medir más de dos metros de altura. “Sabía que tenía un don con la pintura; luego empecé a trabajar con la soldadura; ahí, entonces, empecé a pegar. Aprendí a soldar y empecé a pegar cosas”, dice Javier.
Javier es un apasionado por el Quijote de la Mancha, una afición que suele plasmar en diferentes tamaños y versiones. En términos monetarios, este es el personaje más pedido por sus clientes. Javier afirma que, en promedio, necesita de cerca de veinte kilos de láminas para realizar lo que su creatividad inventa. Además, suele tardar días, incluso semanas, dependiendo del tamaño y la complejidad de la figura. “Por ejemplo, conocí a una persona importante que me puso a hacer cosas gigantescas que no pensé que pudiera. Duré como unos 5 años y metí cuerpo y alma haciendo hasta lo que ya no se me acabó en la cabeza”, dice.
Sus obras han recorrido los 5 continentes. A lo largo de su vida, según afirma, ha realizado cerca de 5.000 esculturas. Ahora, está acompañado de su perro Max, de quien presume en redes sociales. Javier quiere ser famoso y está haciendo lo posible por lograrlo. Todos los domingos se ubica en el puesto del Mercado de San Alejo esperando que su trabajo llegue a tantas personas como sea posible. Mientras tanto, seguirá escalando hasta donde la vida se lo permita.