María Camila Triana // [email protected]
La Bolera San Francisco inaugurada en 1941, se concibió como un espacio para que las familias tuvieran un momento de diversión. Sin embargo, se volvió el establecimiento para el diálogo político de personas tan importantes como Jorge Eliécer Gaitán.
La Bolera se volvió un espacio en donde las figuras públicas y políticas se sentaban a los alrededores para compartir sus pensamientos, ideologías y estrategias del cambio para los ciudadanos. Sin querer convertirlo en un lugar de un partido político en específico, se volvió tan famoso que se consideraba un punto de encuentro para los políticos.
Está ubicada en la Avenida Jiménez con sexta, en el sótano de una vieja casa. Desde sus inicios no ha cambiado o variado su aspecto, sigue manteniéndose en el mismo lugar donde fue creada. Luego de ser un espacio de ámbito político, la Bolera creó el Moñona club. Se trataba de un grupo de aficionados por el deporte que escogieron este como sitio exclusivo para sus competencias a nivel nacional. El bolo no se vio como un modo de entretenimiento para las personas sino que se consideró uno de los más importantes deportes del país.
Años después, el bolo se dejó de tomar como deporte. Especialmente en la Bolera San Francisco; esto debido al cambio industrial, pues llegaron nuevas boleras a la ciudad totalmente automáticas, en donde ya no eran necesarios los Chinomatics: aquellos niños o muchachos que después de cada lanzamiento del bolo eran los encargados de recoger los pinos y dar el resultados de los que habían sido tumbados. Ahora, las máquinas se encargaban de hacer exactamente eso.
El cambio que tuvo fue importante para la Bolera, pues el hecho de que las máquinas tomarán el lugar de los muchachos se dio porque en las competencias del deporte las trampas crecieron a su favor de algún competidor; le pagaban a los Chinomatics para que sus conteos fueran erróneos, dando por ganador al equipo que realizaba la trampa. Por eso era más justo y correcto jugar en las Boleras automáticas. La Bolera San Francisco fue olvidada.
En el 2012 cerró sus puertas para ser renovada y restaurada. La nueva Bolera cuenta con un restaurante y un bar, y se modificaron las líneas; pasaron de ser seis a tres. Sin embargo, no se automatizaron. Gracias a esta remodelación, la Bolera San Francisco sigue funcionando hoy.
Ahora se habla que la Bolera San Francisco no se ha dejado afectar por la modernidad, en su interior sigue siendo como el sótano del tren de Nueva York con sus metales y enchapados antiguos, y los Chinomatics siguen en función. Los muchachos siguen recogiendo los pinos, las personas disfrutan del bar, y el restaurante tiene como platos principales la comida rápida. Actualmente, es muy concurrido debido a su tradición. Tal vez los bolos en este espacio no se toman como un deporte pero sí como una forma de recreación. Por esta razón, la mayoría de universitarios y trabajadores del sector comparten sus momentos en la Bolera San Francisco que persiste en el tiempo.
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