El Salto del Tequendama: entre lo turístico y lo paranormal

La cascada más famosa de Colombia conserva su belleza de siempre; sin embargo, su entorno es uno de los ríos más contaminados del mundo. Las historias que al Salto, una columna viva de agua de 156 metros, lo convierten en una parada obligada a la orilla de la carretera.

Por Natalia Rico Medina

Su valor se remonta a la época precolombina donde indígenas muiscas decían que el origen del salto era por el
dios Bochica, un golpe de su cetro que dio para salvar al pueblo de la inundación.
FOTO: Natalia Rico Medina

El Salto del Tequendama se encuentra a 30 kilómetros al suroeste de Bogotá. Según la Corporación Autónoma Regional, este patrimonio ambiental se ha visto afectado en los últimos años por “la tala de árboles, las captaciones de agua ilegales, el depósito de residuos domésticos e industriales que llegan al Río Bogotá, la disposición de basuras, residuos industriales con metales pesados, y la falta de interés por manejar eficiente y responsablemente las aguas del río”.

El río nace en el páramo de Guacheneque, en el municipio de Villapinzón, al noreste de Bogotá, en el mismo
departamento central de Cundinamarca.
FOTO: Natalia Rico Medina

Si hablamos de su entorno, parece estar en muy mal estado… No obstante, fuera del panorama ambiental, las personas lo han intentado transformar. Por un lado, está la (reciente) Casa Museo del Tequendama.

Al lado del gran salto, una enorme casa allí permanece. En un principio era una estación de tren, luego pasó a
ser un hotel de lujo, y ahora, actualmente, es un museo. Esta es su vista desde uno de los ventanales.
FOTO: Natalia Rico Medina

De 1.470 metros cuadrados, este museo era conocido como el ‘Castillo de Bochica’. Cinco pisos, diez habitaciones, más de dos salas enormes llenas de espejos, grandes ventanales y una vista inigualable. Después de ser una estación de tren, se convirtió en un hotel de lujo. Personas de la élite lo visitaban como centro de convenciones y hacer allí sus grandes fiestas.


Todo empezó a cambiar cuando el lugar dejó de ser un hotel. Quedó en el abandono a partir de ese momento y, en consecuencia, las personas vieron el Salto del Tequendama como un destino ya no turístico, sino para morir. Los suicidas llegaban hasta aquí por su silencio, por su caída a una muerte fija, por su lejanía… y soledad. Tanto así, que por un tiempo empezaron a llamarlo el ‘Lago de los muertos’.

“Gracias a esta forma de suicidio, las familias de los desdichados se ahorraban los costos del entierro, pues la
caída garantizaba una desaparición total”; escribió en 1941 el cronista judicial Felipe González Toledo.
FOTO: Natalia Rico Medina

Aunque esa ha sido su historia, las personas que lo rodean han intentado recuperarlo como un
lugar turístico. El 20 de septiembre del 2018 el Ministerio de Cultura lo declaró como “bien
de Interés Cultural del ámbito Nacional”.

La Casa Museo del Tequendama cuenta con tres pisos: dos donde se puede explorar la casa y su interior y, otro
subterráneo que ahora funciona de cafetería.
FOTO: Natalia Rico Medina

Ahora hay una gran variedad de cosas por hacer allí: desde caminatas…

FOTO: Natalia Rico Medina

Hasta el poder ver desde dos distintos miradores…

El ingreso a la Casa Museo…

FOTO: Natalia Rico Medina

El poder comer a sus alrededores…

FOTO: Natalia Rico Medina

O llegar después de una larga jornada de ciclovia a disfrutar de la vista y algunas fotografías.

FOTO: Natalia Rico Medina

Pero, aún así, no deja de ser un misterio todas las historias que allí se han vivido. Desde
apariciones de un señor desnudo a la madrugada hasta cruces en el camino que hacen que se
volquen los carros…

FOTO: Natalia Rico Medina

Quizás siga por eso siendo entonces un misterio. Un lugar enigmático que se mantiene entre
lo turístico y lo paranormal…

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Es un proyecto de la Facultad de Comunicación y Lenguaje de la Pontificia Universidad Javeriana, dedicado al periodismo digital, la producción audiovisual y las narrativas interactivas y transmedia