Un hogar que devuelve la vida a los animales traficados

Se dice que el canto de los pájaros trae abundancia, que tomar caldo de serpiente cura el cáncer, que los amuletos con garras de felinos los hacen más fuertes y que las zarigüeyas son de mal agüero. Los mitos son infinitos, pero no son la única razón para extraer a los animales de su hábitat natural. El hogar de paso de fauna silvestre de la Amazonia colombiana enseña que la vida y la capacidad de sentir no son exclusivos del ser humano.

Por Daniela Rojas Silva / rojasda@german

Michón, el más reciente caso de una recuperación exitosa en el hogar de paso. (Foto por: Daniela Rojas Silva)

Paco se mueve sobre las ramas ubicadas en su recinto. El tamaño de su cráneo es pequeño, diferente a los demás de su especie. Esto ha afectado su capacidad visual. Para moverse con soltura, ha memorizado la ubicación de los cinco palos que atraviesan las dos paredes verdes y las dos rejas que lo encierran. Su olfato le ayuda a percibir si alguien lo observa desde el exterior. Los vidriosos y grisáceos de Paco atienden ante cualquier mirada, y sin pensarlo saca sus brazos y su cola a través de las rejas plateadas para recibir a sus invitados con un apretón de manos o brazos. Nunca le permitieron ser como los demás monos arañas. Al exhibirlo en una casa de familia y alimentarlo con dulces, lo condenaron a pasar el resto de su vida en el encierro

“Este lugar es el único hogar de paso de esta región que se encarga de evaluar proporcionar algún destino a los especímenes de fauna silvestre que son objeto de tráfico ilegal de los departamentos de la amazonía”

La veterinaria y zootecnista Norma Constanza Ganem dirige la unidad de apoyo Hogar de paso para fauna silvestre de la facultad de ciencias agropecuarias de la Universidad de la Amazonía. Según cuenta, como Paco más de 5000 animales han pasado por procesos de evaluación y recuperación en este hogar. El hogar recibe 2 o 3 individuos al día, unos 60 animales mensuales. En sus instalaciones, bajo su cuidado permanente, viven 250 animales que han sido objeto de tráfico ilegal en los departamentos de la amazonia colombiana.

Dominic, un mono churuco rescatado y rehabilitado por el hogar. (Foto por: Daniela Rojas Silva)

“La mayoría de los animales llegan presentando problemas comportamentales bastante marcados por las condiciones de cautividad erróneas a las que fueron sometidos. Lamentablemente, muchos ingresan en muy mal estado físico; pérdida de visión, animales con amputación de extremidades, quemados, con impactos de bala o heridas de arma blanca, y hasta llegan crías aferradas al cuerpo de su madre asesinada”, comenta Norma con indignación, mientras mueve sus manos sobre el escritorio de su oficina

Monos arañas, churucos, maiceros, titis, guacamayas, loras, tucanes, búhos, guacharacas y paujiles están reunidos en recintos adecuados para ellos. Fiona, una danta que siente mucha cercanía con las personas, camina con total libertad por las

Paco, el mono araña que busca el afecto del ser humano, mientras Leo reposa sobre los brazos de Geraldine Vargas, una de las auxiliares del hogar. (Foto por: Daniela Rojas Silva)

instalaciones del hogar. A la izquierda de la entrada se halla la parte administrativa, donde se guarda el seguimiento de todos los especímenes, y la zona de valoración médica, que conduce a los recintos destinados a los mamíferos no primates: mapaches, coatíes, perros venaderos, perros de monte, zorros de monte y ocelotes.

“No hay nada más gratificante que dar mi vida por cuidar la de ellos”. – Norma Ganem, directora del Hogar de paso de Fauna Silvestre

Este espacio fue creado en el 2004 por la Universidad de la Amazonía en colaboración con CorpoAmazonia, entidad de regulación ambiental de la región que financia el hogar, con el fin de valorar, recuperar e intentar reinsertar a su hábitat natural a los especímenes afectados por el tráfico de especies silvestres.

A diario, aves, felinos, primates o mamíferos pequeños son arrebatados de la Amazonia colombiana para comercializarlos en los mercados urbanos nacionales e internacionales. Esta región alberga la mayoría de las 58.312 especies registradas en el país. Según la WWF: 674 especies de aves, 158 de anfibios, 195 de reptiles, 212 de mamíferos, de 753 peces y más de 6300 plantas diferentes de flora en este territorio. Solo en 2021 se incautaron al menos un ejemplar de 20.000 de ellas.

Emma, una mona maicero, paseando por el hogar en los brazos de la directora. (Foto por: Daniela Rojas Silva)

Según Naciones Unidas, el comercio ilegal de animales mueve alrededor de 23.000 millones de dólares anuales. En Suramérica el tráfico de fauna produce al año unos mil millones de dólares. Los clientes potenciales, principalmente estadounidenses, europeos o asiáticos pagan hasta 15.000 dólares por las guacamayas y 10.000 por los monos de cabeza blanca. En Colombia, los precios son muy inferiores.

“Aquí matan a las mamás para poder capturar las crías y tráelos al mercado negro. En este cobran 50.000 pesos por un primate, pero si hablamos de mercado blanco suramericano puede estar entre 5 y 10 millones de pesos”, menciona Norma.

Uno de ellos fue Paco, comercializado en la clandestinidad y vendido a una casa de familia por una suma de dinero muy baja. Esa vivienda estaba ubicada cerca a unas piscinas públicas. Allí lo exhibían ante muchas personas. El mono se acostumbró a ser tratado como una mascota, a bailar para entretener a los humanos y a ser alimentado con toda clase de paquetes de papás, gomitas, dulces, entre otros alimentos que no eran aptos para su desarrollo. “Es increíble que a alguien se le ocurra alimentar a un animal con un bombombum, leche y miel. Hasta nos comentaron que tenía su propia cuenta en la tienda del sector”, dice Geraldine Vargas, auxiliar del hogar. Desde que fue entregado a las autoridades ambientales, han intentado, en vano, adaptarlo a la vida natural que siempre debió tener. Paco sufre una desviación cervical, una anomalía en su corazón y fracturas en sus fémures, lo que, junto con su comportamiento dependiente del ser humano a raíz de su comercialización, hace improbable que regrese a hábitat natural

El principal factor que mantiene el tráfico de animales es la demanda, que no disminuye dado el bajo riesgo asociado para el traficante. Las personas que se dedican a este negocio ilícito no son perseguidas, como en otras modalidades del tráfico ilegal. Incluso si son capturadas en flagrancia, las leyes son muy flexibles y no les sucede mayor cosa.

Vieja, como fue nombrada esta mona araña, lleva aproximadamente 7 meses en el hogar de paso de fauna silvestre. A pesar de este tiempo, aún se comporta con temor dentro de su recinto.

“Las personas que portan, ocultan o transportan animales deben afrontar un proceso ambiental sancionatorio que puede terminar en una multa o en privación de la libertad según el caso, pero la ley ha sido muy laxa y tan solo los retienen por unas horas al no tener antecedentes disciplinarios. La corporación acompaña los casos hasta las últimas instancias legales, pero aún no existe una ley estricta que realmente los condene a pagar por sus acciones en contra de la vida silvestre”, afirmó el director territorial de la autoridad ambiental de CorpoAmazonía, Mario Barón.

“Queremos que todos se recuperen, pero lastimosamente el 80% de los animales que llegan ahí no pueden volver a tener una vida normal” – Norma Ganem, directora del Hogar de paso de Fauna Silvestre.

Las personas involucradas en este mercado no solo cazan los animales por el aprovechamiento de sus partes o para el consumo de su carne, sino también para venderlos como compañía en hogares urbanos. Este es el caso de la ocelote Michón, entregada por la policía ambiental para ser valorada por los profesionales de la institución luego de ser cedida voluntariamente por una persona que la había comprado para adiestrarla su propia casa. Sufría de desnutrición, su pelaje estaba en malas condiciones y tenía una herida cutánea y muscular de 25 cm en el pecho. Todo debido a unas dietas inadecuadas y a las malas condiciones de cautividad. Pasaba sus días atada a un lazo. Después de un tratamiento, Michón se encuentra en perfectas condiciones físicas y comportamentales. Su instinto de caza no se ha perdido, lo que significa que está apta para ser reubicada en un ambiente natural.

Pero como esta tigrilla, son pocos los casos que logran adaptarse para ser liberados. Por eso que el amor en este hogar de paso es diferente del amor que conocemos, pues está dirigido a soltar, pero a su vez, a soportar la frustración de que muchos animales no puedan volver a dónde pertenecen.

“Lo más difícil de esta labor es ver que un animal no se recupera y a la vez estar aferrada emocionalmente a él. Todos aquí hemos tenido animales en nuestras propias casas y los criamos como si fueran nuestros hijos”, dice veterinaria auxiliar Geraldine, mientras le daba una sandía a Leo, un mono maicero, en la cocina del hogar. Al terminar la fruta, Leo mira a Geraldine esperando que le de otro bocado más, pero eso no sucede. Durante toda esa tarde, Leo estuvo colgado en los hombros de Geraldine acompañándonos en el recorrido. Se siente cómodo cerca de ella.

Hace un año, el mono maicero Leo llegó en estado de desarrollo neonato y ha sido criado dentro del hogar.

En muchos de los casos los animales llegan muy pequeños y les deben prestar una atención más estricta, pues los trabajadores del hogar deben asumir el rol de madre de estos especímenes. Este trabajo, más allá de tener un enfoque medicinal, está atravesado por toda clase de emociones que hacen que la labor sea aún más difícil. No es lo mismo tratar a un animal desde la indiferencia. No es lo mismo desear su liberación tras entregarle tanto amor. Norma Ganem recalca que su trabajo está hecho por la pasión y el amor por la vida, y que es inhumano quién, después de trabajar con los animales, no se vincule emocionalmente con ellos.

“Yo he estado con ayuda psicológica porque por más que se intente ver desde una perspectiva profesional es imposible no meterle corazón a esta labor. Quisiera no sentir. Cuando se muere un hijo del hogar es como si me estuvieran arrancando una parte muy profunda del corazón. Me dan depresiones durante varios días y no soy capaz de levantar cabeza. Llevo tantos años en esto y creo que nunca lo voy a poder manejar”, menciona Norma con voz baja.

– ¿Y qué la motiva a seguir trabajando aquí, Norma?

– Saber que ellos no tienen a nadie más. Para mí no hay nada más gratificante que dar mi vida por cuidar la de ellos.

DIRECTOBOGOTA.COM

Es un proyecto de la Facultad de Comunicación y Lenguaje de la Pontificia Universidad Javeriana, dedicado al periodismo digital, la producción audiovisual y las narrativas interactivas y transmedia