Entre calles y museos: un recorrido por el arte visual de Lisboa

Por Camila Martínez // Periodismo Digital

En Lisboa, el arte colonial y el contemporáneo se encuentran en una amalgama de color que atrae a miles de turistas en épocas de verano. Tanto en los majestuosos museos como en las calles estrechas, turistas y residentes pueden respirar el arte visual que el sol portugués ilumina de esquina a esquina.

Calle Nova da Piedade. Generalmente, por el subibaja de las colinas, puede llegar a percibirse increíbles panorámicas de las coloridas y antiguas casas

Ubicada al oriente del país, Lisboa, la capital de Portugal, recoge una gran historia y, sobre todo, arte, al igual que otras ciudades de sus vecinos europeos. Sin embargo, su ubicación geográfica hizo que fuera la gran puerta de acceso a Europa en el océano Atlántico, atravesada por artistas, materias primas, culturas y nuevas formas de pensamiento. Ahora esta capital ha buscado transformar su antiguo legado en nuevas experiencias con el fin de que el arte contemporáneo renazca en la ciudad y conviva con su contraparte más tradicional.

Es por eso que galerías, museos y exposiciones espontáneas de arte visual en casas y vecindades han florecido en la actualidad. Y como la cultura de cualquier ciudad se conoce caminando, Lisboa no es la excepción: sus calles son perfectas para ello, adaptadas a su accidentada geografía y su locación sobre 7 colinas. Callejones, curvas, subidas y bajadas permiten que cada espacio de la ciudad sea único y especial. Por esta razón, en caso de visitar esta ciudad, los invitamos a encontrar todo su arte saliendo y recorriéndola.

La ciudad y los museos

La capital cuenta con gran variedad de museos que embellecen sus calles. Vera Menezes, portuguesa y conocedora de arte, afirmó para Directo Bogotá que desde hace pocos años, y estimulada por las visitas turísticas, la ciudad ha venido cambiando gracias a más eventos culturales, nuevos museos y festivales. Entre los nuevos museos que tiene la ciudad está el Museo de Arte, Arquitectura y Tecnología (MAAT).

Este complejo de museos cuenta con dos edificios que describen muy bien el arte y la arquitectura de Lisboa: primero, una edificación totalmente nueva y diseñada por la arquitecta británica Amanda Levete para las instalaciones no permanentes; segundo, la reconstrucción de la antigua planta de energía de la ciudad, considerada patrimonio de la capital, que alberga la historia de miles de portugueses que trabajaron allí durante décadas.

El azulejo de museo y de actualidad

Como muchos otros espacios, el Museo del Azulejo no ha sido modificado por su importancia histórica. Fundado en 1509, durante el reinado de Juan II, como el Convento de la Madre de Deus, no es sino hasta finales del siglo XIX que se decide usar la antigua edificación para instaurar un museo. Tras la visita del rey Manuel I a Sevilla en el siglo XVI, el país encontró en los azulejos una manera de expresar su alegría y su belleza, y estos impulsaron la economía de Lisboa como una de las mayores exportadoras de cerámicas y mosaicos de Europa, sobre todo hacia las colonias de Asia.

Con el paso del tiempo, las nuevas técnicas y movimientos artísticos han acoplado esta forma artística tradicional: desde el Romanticismo hasta el Cubismo han logrado ser capturados por los azulejos, brindándoles a los artistas gran capacidad de maniobra. Actualmente, los azulejos no solo recubren las casas portuguesas, sino que también hacen parte de nuevos movimientos de moda de diseño y decoración.

Lo clásico

Por naturaleza, Europa es rica en piezas de arte: no solo allí nacieron los más grandes movimientos artísticos y culturales, sino que, como metrópoli, asimiló impulsos culturales provenientes de sus excolonias. Y como capital europea, Lisboa alberga en el Museo de Arte Antiguo la mayor cantidad de piezas antiguas de todo el país. Este museo cuenta con tres pisos de pinturas, muebles, cerámicas y tejidos, entre otros.

Mayoritariamente católico, Portugal es un país que ha plasmado en su arte un sinfín de símbolos, figuras y representaciones religiosos, en madera, barro, acrílicos y hasta oro. Esta antigüedad llena de belleza y nostalgia a la ciudad, como lo expresó Menezes a Directo Bogotá. Los portugueses se caracterizan por el gusto por las cosas bellas y también nostálgicas, y es en esta nostalgia que reside la hermosura de Lisboa: una ciudad que busca innovar en el arte sin soltar ese pasado auténtico, legendario y emotivo.

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