Sonia Osorio y el gran amor que heredó al Ballet Nacional

Por Yineth Alejandra Lemus Monsalve // Noticia

El Ballet Nacional de Colombia es la mejor demostración de que el arte, la integración y la cultura atraviesan el talento de un grupo de artistas colombianos. Y todo surgió de la mano de Sonia Osorio, cuyos pasos fueron muy importantes para dar a conocer la diversidad cultural del país.

Sonia Osorio, fundadora del Ballet Nacional de Colombia. Foto: Ballet Nacional de Colombia

Desde sus inicios, el Ballet Nacional se ha enfocado en incorporar técnicas del ballet clásico y contemporáneo, adaptando estas danzas tradicionales a los bailes característicos colombianos. Y eso es en gran parte por su inventora, Sonia Osorio, quien se propuso divulgar sus raíces y compartirlas con el mundo, como cuenta Juan Carlos Calvo, el subdirector artístico de esta institución.

Su historia se remonta al momento en que Sonia Osorio se dedicó a estudiar danza, pues desde temprana edad conoció el baile y el teatro. A los 9 años comenzó a vivir en Bogotá, la ciudad donde se formaría a partir de música clásica, historia del arte y lectura. Pero el ballet siempre estuvo en su corazón. De hecho, Osorio se fue a estudiarlo, junto a Danza Moderna, en Estados Unidos, algunos países de América del Sur y Europa. Y cuando regresó a Colombia comenzó a construir lo que después sería la organización nacional más importante del ballet folclórico.

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El inicio de todo fueron los carnavales de Barranquilla, pues Osorio hacía parte de la organización de esta celebración de música típica colombiana y grandes bailes con trajes exóticos. Ella y las reinas de belleza presentaban actos que las llevaron a otras ciudades. El siguiente paso que dio fue enseñar que los ritmos populares no deben quedarse en regiones específicas, sino mostrarse y exteriorizarse. Y eso demostraba como bailarina y directora.

Fue entonces cuando se prometió a sí misma crear un grupo folclórico que representara a Colombia ante el mundo, para mostrar el gran talento y la diversidad cultural que poseen los bailarines y artistas del país. Y poco a poco este comenzó a cosechar frutos. Su primera presentación fue en un festival de danza en Ibagué, en 1960, donde ocuparon el primer puesto. Posteriormente, se presentaron en el Teatro Colón de Bogotá, el escenario más importante de la época. El espectáculo fue tal que el presidente Misael Pastrana Borrero nombró a su grupo artístico el Ballet Nacional de Colombia en 1973.

Uno de los vestidos de Sonia Osorio; todo un legado para el Ballet Nacional. Foto: Ballet Nacional de Colombia

Las investigaciones que Osorio hizo sobre danza no cesaron hasta el día de su muerte; siempre contribuyó a esta, con lo que Calvo llama su “visión de futuro”. Uno de los ámbitos en que marcó al Ballet Nacional fue muy pequeño: la costura. Su fundadora realizó diseños exclusivos para cada presentación, entre los que se encuentra uno de los más reconocidos: el patrón de cuadros rojos y blancos, representante de la cumbia. La academia ha conservado todos estos trajes para sus presentaciones, y son tan preciados que antes de utilizarlos les hacen un mantenimiento de dos horas para que estén impecables. Además, están prohibidos los cambios drásticos en el tallaje y en los moldes: los trajes de Sonia Osorio son un tesoro.

El sostenimiento económico: una lucha de más de 60 años

Pertenecer al Ballet Nacional es gratuito. Lo que sí se necesita es superar la convocatoria abierta nacional que hace la academia para seleccionar a los mejores bailarines. Por eso, los integrantes no aportan ingresos a dicho centro cultural, como tampoco lo hace el Estado. El Ballet Nacional no recibe ningún apoyo para financiar el transporte, los tiquetes, los vestuarios, la escenografía y los músicos que viajan por todo el mundo. La solución, entonces, han sido diferentes estrategias para poder sobrevivir durante estos 61 años.

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La primera obedece a su gran reconocimiento: algunas empresas y teatros de todo el mundo les extienden invitaciones y cubren todos sus gastos. Esto obliga a todo su equipo de trabajo a esforzarse en preparar las mejores actuaciones, respetando esa trayectoria e historia que les ha permitido ocupar y conservar los primeros lugares en todos los festivales. La segunda es la acogida del público, que los ayuda a mantenerse en pie. La tercera y última son las redes sociales y el voz a voz que suscitan en pro de la calidad y distinciones del Ballet Nacional; esto ha resultado en que muchos jóvenes estudiantes quieran hacer parte de esta compañía.

Este es uno de los ensayos de bailes folclóricos, con la fotografía de Sonia Osorio como inspiración. Foto cortesía de Ballet Nacional

Pero no todo ha sido fácil. Varias veces han tratado de desalojarlos de la academia, pues no siempre tienen los recursos suficientes para realizar más presentaciones o invertir en las instalaciones. Incluso muchas veces los bailarines han puesto de su propio dinero para financiar la institución. Y es que este amor se ve reflejado tanto en los espectadores como en sus integrantes. Luego de que sus manifestaciones artísticas culminan, los bailarines reciben una remuneración por su desempeño y excelencia, y muchos de ellos han logrado conservar el legado de Sonia Osorio.

Un nuevo reto ha sido el COVID-19, que ha hecho que sus apariciones en público sean imposibles. Sin embargo, por medio de clases virtuales han encontrado una alternativa para la formación de sus integrantes. En ellas ejecutan ejercicios físicos y repiten las técnicas logrando mantenerse vigentes. Por el momento, mientras se reabren los espacios culturales, ejecutan la alternancia con todas las precauciones y normas que se requieren para continuar. Ni la pandemia pudo mermar el fortísimo amor que Sonia Osorio heredó a los miembros del Ballet Nacional de Colombia.

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