“Quiero morir con la cara pintada”: José Gonzalo Prato

La historia de un artista callejero que, aunque se gana la vida como muchos y anhela mejores condiciones, quiere pasar el resto de su existencia con el rostro plateado.

Por: Juan Pablo Parra Acosta

Don José personificando a un llanero al lado de la Plaza de Bolívar. Foto: Juan Parra

En el barrio Belén vive el Hombre de Metal. Su rostro es el de un robot de Terminator, pues su cabeza totalmente plateada refleja el brillo y la dureza. Sus manos hechas de hierro cargan dos armas que solo las activa cuando quiere llamar la atención. Asimismo, su ropa de láminas de aluminio compuesta por un sombrero, un pantalón ancho y una camisa de botones son su armadura de defensa frente a una fría tarde bogotana.

El Hombre de Metal se despierta cerca de las 6 de la mañana, se sienta a desayunar y come arroz, huevo, jamón, cuatro panes y tinto para poder tener baterías por el resto del día. Hacia las 8 de la mañana su hija menor le abre la puerta y él sale cargando su barril de base en el hombro, mientras lleva la cabeza gacha por el peso del mismo. 

Cuando llega a su destino final se quita las sandalias, se para en su base y se queda totalmente estático como si sus extremidades se hubiesen atrofiado. No obstante, cuando alguien le da una moneda, ellas vuelven a funcionar por unos limitados segundos y luego vuelven a su rigidez imperante. El Hombre de Metal se llama José Gonzalo Prato Rodríguez y es una estatua humana.

Con 52 años y oriundo de Tibú, municipio de Norte de Santander, don José ha sido la viva voz del rebusque del día a día; las inequidades sociales han sido el Talón de Aquiles de muchos colombianos. A los 11 años se fue de la casa, trabajó en Venezuela como becerrero y perdió el contacto con su familia. Su mamá lo dio por muerto, pero por una vecina se volvió a saber de su paradero 6 años después. “Eso fue la noticia del pueblo; resucitó el muerto”, recuerda don José las palabras de sus vecinos.

A su regreso entró al ejército, pero lo sacaron por no apoyar las instrucciones de funcionarios del ejercito que se confabularon con los paramilitares. “Recuerdo al coronel Hernando Navas Rubio, ya que él era uno de los que daban la orden de apoyar a las autodefensas”.

 De modo que, se dedicó a la recogida de café en el municipio de El Tarra y mientras ejercía su actividad llegó a ser simpatizante del EPL. “Comenzaban los regalos y luego los mandados. Aunque no fui hombre activo estuve en la entrega de Villa del Rosario en Norte de Santander”.

Por este motivo, quiso probar suerte en Bogotá para poder alejarse del conflicto armado. Fue cocinero y vendedor ambulante de remates de Aduana, hasta que un día su amigo el chileno le mostró el arte del trabajo que ha desempeñado por 22 años. 

“Mire Gonzalo: acá no hay cosas imposibles, sino hombres incapaces”, fueron las palabras que le quedaron sonando a don José tras las dudas que le generaban un trabajo en el que aparentemente no hacer nada se volvía en su pesadilla. Su primer personaje fue el de una momia con unas vendas que compró en la Plaza San José; recuerda entre risas que era un camello envolverse en ellas y no se sentía del todo cómodo con su improvisado personaje. Luego pasó a ser robot en el Parque Santander y de últimas terminó representando la idiosincrasia colombiana, puesto que interpretó a un cachaco antiguo y hoy día es el llanero representativo de la carrera séptima a la altura de la Plaza de Bolívar.

Durante sus largas dos décadas como artista ha trabajado en campañas presidenciales, eventos de centros comerciales y en convocatorias de la Alcaldía. Sin embargo, su principal lugar de trabajo ha sido la calle, dado que en ella aprendió lo más complejo, pero necesario de una estatua: quedarse totalmente quieto. Por ello, don José se para sobre el talón del pie izquierdo, ya que su cuerpo se cansa menos así. Hace aproximadamente 3 recesos para descansar los músculos y evitar que el cuerpo le pase factura como en ocasiones pasadas. “Una vez me tocó quedarme 7 horas parado en una vitrina y eso hace que a uno se le hinchen las piernas por una semana. Otras veces me he caído, porque dan calambres inmediatos”, recordó don José. 

Asimismo, dice que la estabilidad mental es necesaria para este trabajo, y, aunque en ocasiones admite que ha querido salir corriendo por el desespero que le genera la inmovilidad, todos los días apenas cruza la puerta de su casa se mentaliza que debe quedarse estatua por 10 horas. 

¿Cómo usted lidia con su día a día en el trabajo sin desesperarse?, le pregunté.-

Todo va por dentro, pero la desesperación llega y muchas veces a diario. Pasan 5, 10, 15, 25 minutos y ni una moneda, pero cuando llega la primera, llega el chorro y por eso siempre trato de dejarle todo a Dios, me contestó.

Sin embargo, para don José hay otra cosa adicional que trata de mitigar el costo social de lo que hace: el amor. A este señor se le ve que ama desgarradamente lo que hace, pues todos los días que se pinta la cara trata de hacer reír a niños, jóvenes, extranjeros y abuelos que le reconocen su trabajo. Es una obra de arte con vida y por eso todos quieren una foto con él. “Él es muy camellador, con él echamos bromas y buena energía; siempre les saca una sonrisa a los clientes”, manifestó Odilfris Astudillo, caricaturista que conoce hace 6 años a don José.

Por este motivo, el día a día de este señor, al amar su trabajo, también consiste en agarrarse con el Distrito. “Con todo respeto, les digo que ustedes no sirven para una mierda”, exclamó con vehemencia don José luego de un altercado con funcionarios de la Alcaldía que querían que se moviera de donde estaba. Esta frase llena de impotencia es la clara muestra de la falta de apoyo por parte de Idartes hacia al artista callejero. Es inaudito que mientras solo se les otorga un permiso de 45 días para trabajar y con el que se les estipula un tramo puntual para ejercer, existan funcionarios que pidan que se retiren o se muevan de la zona de apenas 30 centímetros que ocupan. “El artista no es dueño de la calle, pero si hay un permiso que lo limita a trabajar en un área puntal ocurren los problemas, porque este defenderá su lugar”, analiza a detalle don José.

De igual manera, como auxilio del Distrito para los artistas callejeros se tienen unas convocatorias que realizan periódicamente en donde la ayuda, en la gran mayoría de ellas, es de apenas 400.000 pesos por participación. No obstante, a don José solo lo han llamado a 2 de 6 convocatorias y siente que lo van a vetar después del último incidente que tuvo madrazo incluido, pero peticiones legítimas a esta entidad. “Se acordará de mí: como yo no me les quedo callado, porque no me gusta el papel que hacen, me van a sacar. Cuando unos los necesita le dan la espalda a uno, a este instituto le falta mucho para llamarse Instituto Distrital de Artes”.

Este hombre se imagina un Idartes sin lambonerías y que haga un seguimiento de las condiciones socioeconómicas del artista sin que haya preferencias. Como lo expresó la amiga y compañera de trabajo de don José por más de 19 años, Balbina Sabogal: “Pa´ mí nunca nadie se ha puesto en los zapatos de los artistas; realmente acá en la Carrera Séptima nadie se ha puesto en los pantalones de un artista para ver cómo es que vive y cómo es que está”.

Asimismo, tanta desprotección por parte del Distrito hacia el artista callejero ha generado que se olvide los más importante y sensible de toda esta situación. Don José antes que artista es un padre de familia comprometido que trabaja de sol a sol para poderles ofrecer un techo digno a Johan de 15 años y Ana Sofía de 13. 

Las estatuas también sueñan, así que quiero saber el sueño de usted, le pregunté.

Ver a mis hijos realizados. Que ellos hagan lo que no quise hacer por testarudo, por bruto. Me moriría yo tranquilo al verlos como personas y como profesionales, respondió don José con la voz entre cortada.

Por esta razón, su esposa Jackeline lo define como un ser hogareño, pues “son muy pocos los hombres que les gusta meterse a la cocina y colaborar con la casa”, comentó. Se conocieron hace 18 años mientras el Hombre de Metal se desmaquillaba y pasaba a convertirse en José Gonzalo. Jackeline es la principal barrista de él y, por ende, se preocupa cuando la policía lo persigue, le dicen limosnero o cuando la lluvia impide que se quede quieto.

Sin embargo, pese a todos estos problemas el Hombre de Metal no se oxida y mucho menos desfallece. No cambiaría su realidad y mucho menos dejaría de ser una estatua, sino que repetiría su misma decisión de hace 22 años, pero esta vez quisiera tener mayores oportunidades y mayor organización económica. “Hubiese seguido y ya tendría mi casa. Yo tuve un apogeo muy grande, pero por loco no pude, pero sé que mi Dios me tiene algo guardado”, explica don José.

La cara pintada lo ha sido todo para este señor. Ella ha simbolizado sus alegrías, problemas y oportunidades para salir adelante en esta selva de cemento, donde a tan solo a 2 cuadras de su lugar de trabajo se pueden ver lujos de cerca de cuarenta millones de pesos en el Congreso de la República, mientras en la séptima se vive con un salario mínimo o un poquito más. Es ese polvo plateado perjudicial para la salud y que está rebajado con aceite lo que lo ha acompañado por más de 20 años en todo su cuerpo, pero que a la misma vez le ha dado una fuente de trabajo para sacar a sus hijos adelante y brindarles una realidad mejor a la que él le tocó vivir.

—Es lo que voy hacer hasta los últimos días de mi vida, puntualizó el Hombre de Metal.

¿Qué refleja la cara pintada para usted?

Todo. Mi tranquilidad tanto emocional como económicamente. La tranquilidad de mi familia, porque es gracias a la cara pintada que llego contento a la casa. Con esto recibo una remuneración y con esto puedo darles gusto a mis hijos, me respondió. 

Por todo lo anterior, el hombre de metal es un artista, pero también es un sobreviviente que se la juega todos los días como muchos colombianos que han sufrido los vejámenes que aquejan a este país desde tiempos coloniales y que han afectado más al gremio del artista callejero. De modo que, don José Gonzalo Rodríguez Prato representará la resistencia hasta el último instante de su vida. Será recordado por el amor y la pasión que le ha puesto a su trabajo mientras trata de luchar por los derechos no solo de los suyos, sino de todos los artistas del centro de la Capital. Por ello, no quiere escapar de su destino inminente; él quiere morir con la cara pintada.

DIRECTOBOGOTA.COM

Es un proyecto de la Facultad de Comunicación y Lenguaje de la Pontificia Universidad Javeriana, dedicado al periodismo digital, la producción audiovisual y las narrativas interactivas y transmedia