Por: Felipe Mendoza Sánchez // Periodismo Digital
La pandemia no solo cambió la forma como los seres humanos nos relacionamos en los espacios públicos, sino también como lo hacemos en la privacidad de la cama. Helena Salgado, creadora del proyecto sobre sexualidad La Boca Mojada, nos cuenta cómo se han adaptado los cuerpos a esas nuevas formas de intimar y qué recomendaciones debemos tener en cuenta si queremos disfrutar el sexo.
La Boca Mojada es un proyecto que nace de la libertad y el empoderamiento de hablar sobre sexualidad: tanto de los riesgos que conlleva como de las experiencias liberadoras, de crecimiento personal y de pareja. Más allá de ser una plataforma digital, es una forma de darle voz a esas personas que no han podido expresarse. La sexualidad es un tema tabú en la sociedad, sobre todo para el género femenino, y el proyecto busca que todas las personas aprendan a vivir y disfrutar de sus relaciones sexuales de forma sana, segura y responsable. En esta entrevista, Helena Salgado resuelve dudas y desmiente ciertos mitos sobre la sexualidad en medio de una pandemia.
Directo Bogotá [DB]: Empecemos por conocer un poco más la mente detrás del proyecto. ¿Quién es Helena Salgado?
Helena Salgado [H. S.]: Yo estudié Psicología. Empecé en [la Universidad de] los Andes porque cuando yo me gradué del colegio mi papá se enfermó. Le dio cáncer, y pues yo no me sentía en la capacidad de irme y dejar a mi familia sola durante ese tiempo. Allí tomé un curso que se llama “Sexualidad humana”, dictado por Elvia Ramos Trujillo. Y digamos que ahí como que empecé a tener mucha afinidad con el tema. Era una de las clases que más me gustaba; era una electiva [a la] que nadie le metía ganas, y yo era como: “Amo esta clase”.
Después, mi papá se murió y yo dije: “No, pues, tengo que irme ya”. Siempre había tenido ese sueño de irme afuera y apliqué a NYU [la Universidad de Nueva York] y UPenn [la Universidad de Pensilvania]. Pasé a ambas, pero me decidí por Nueva York porque sentía que integralmente iba a ser una experiencia más enriquecedora, ya que iba a tener más aprendizajes culturales que en Pennsylvania. También estaba como más atada a la línea liberal, y había muchos movimientos feministas y como toda esta idea fuerte de la sexualidad libre. Allá también estudié Psicología, y me gradué hace poco.
Seis meses después de que entré, empecé a trabajar con un proyecto de la universidad, un programa de prevención del SIDA y del VIH en comunidades de bajos recursos, especialmente latinas y afrodescendientes del Bronx y de Harlem. Son dos poblaciones de Nueva York que todavía están muy afectadas por esta epidemia. Entonces, estoy trabajando con ellos desde hace como dos años y estamos realizando la intervención y un escrito al respecto. La gente cree que la sexualidad es superchévere y que es lo único; mejor dicho, que el sexo es lo mejor y que es lo único que nosotros estudiamos. Pero también hay un componente de responsabilidad social sobre muchas cosas que suceden con la sexualidad de gente que no tiene recursos. Son poblaciones que por la falta de educación sexual tienen muchísimas más posibilidades [de contraer enfermedades].
DB: ¿Hace cuánto nació La Boca Mojada? ¿Qué la motivó?
H. S.: La Boca Mojada nació hace como un año. Siempre había tenido la idea en la cabeza, porque mi mamá siempre ha sido super liberal con el tema. Ella siempre me ha dicho las cosas y ha nombrado las cosas como son. Yo hablaba del tema en fiestas o vainas así, pero pues como que nunca lo había visto como un proyecto de vida hasta que me fui a Nueva York. Allá se me abrieron los ojos al mundo y a un montón de nociones culturales distintas a las que existen aquí en Colombia y en general en Latinoamérica sobre el poder de las mujeres, sobretodo en la sexualidad. Y un día dije: “Sería chévere montar algo y hablar del tema”. Al principio empezó siendo yo [sic] como una influencer, [algo] que todavía siento que estoy haciendo, pero ya cuando me gradué empecé a dar las consultas virtuales y a vender productos a través de la página web y de las redes. Sobre todo por todo este tema de la covid-19.
DB: Ahora que se metió de lleno en el tema de vender los productos y las sesiones, ¿lo sigue haciendo por hobby o como un negocio que pueda llegar a ser rentable en algún momento?
H. S.: La Boca Mojada tiene ambos componentes. La filosofía no es la de una sex shop. No es como simplemente vender los productos y ya, sino que tiene una una visión integral de la sexualidad. Entonces, a través del empoderamiento femenino y masculino, de la educación, de la información real sobre todos estos temas y de la apertura de un espacio para que la gente se sienta libre y segura de hablar del tema […] se genera un cambio. El objetivo es generar un cambio de actitudes, que a su vez también permitan que la gente compre productos que potencien su sexualidad. La Boca Mojada no es una sex shop como de la 85, que uno va y compra el juguete y se fue, sino más como esa experiencia que […] te permite empoderarte a comprar algo o usarlo tú mismo para tu placer o el de tu pareja. Entonces, es un negocio, porque es mi proyecto de vida, y pues yo voy a vivir de eso, pero, pues, obviamente no busco solo la plata. […] No es lo único, ni lo primordial, ni lo más importante.
DB: ¿A qué población busca llegar? Ha hablado mucho de las mujeres, pero tiene publicaciones en Instagram sobre los hombres y las relaciones heterosexuales.
H. S.: Digamos que la idea también es innovar con un público con el que no se ha innovado antes. Hay un montón de movimientos feministas como Siete Polas, Imprudentes y el El brazo de tía, y, bueno, todas esas páginas, que son muy chéveres. Todas me encantan, pero están dirigidas únicamente a las mujeres. Porque, sin decir que no sea importante, la mujer ha sido silenciada y estigmatizada sexualmente en todos los ámbitos de la vida, entonces todas estas páginas son muy chéveres.
Pero yo también quiero abrir un espacio para hablarles a los hombres. Creo que todo este movimiento feminista no les ha dado un espacio a los hombres, sino que los hombres, en general, han sido castigados simplemente por ser hombres y yo no creo en eso. Los hombres no han tenido su revolución. Para los hombres también es difícil, incluso la mayoría de consultas que tengo son con hombres que son [sic] como: “¡Juepucha!, no aguanto esta presión de tener que resistir tanto tiempo. Me canso. No puedo más. Yo no sé si soy el hombre que esta mujer merece”. También hay muchas presiones que los hombres tienen frente a su sexualidad, pero nadie nunca ha visto, y yo también le quiero dar voz a eso.
DB: ¿La Boca Mojada está muy dirigida a las parejas heterosexuales?
H. S.: No es que yo no quiera abordar el tema LGBT, nada de eso. [Pero] siento que hay mucho sobre ese tema, y hay muy poco tema y muy poca información sobre las parejas hetero, las dinámicas entre estas parejas y lo que culturalmente se ha visto reflejado en ellas. Siento que, igual que el feminismo en general, hay mucha gente haciendo eso. El proyecto sí se distingue de eso sin decir que no haya espacio para [sic]. En La Boca Mojada no se juzga nada, pero el contenido está dirigido más a lo hetero.
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DB: Aparte de los kits y las sesiones, ¿qué otros productos o servicios busca ofrecerle al público?
H. S.: En un futuro, la idea es poder hacer talleres. Si me preguntas cómo veo La Boca Mojada, te digo que la veo como un espacio integral sobre sexualidad. Un espacio donde pueda vender libros como el que estoy leyendo ahorita: La vida sexual en la Unión Soviética, de los doctores Mijaíl Stern y August Stern. Vender libros alrededor de la sexualidad y otros temas como tantras. A su vez, también provisionar la tienda de juguetes y espacios para meditar. Me parece súper importante a la hora de tener sexo estar conectado espiritualmente y tener sexo consciente, que creo que es algo que hace mucha falta en esta cultura.
DB: ¿La pandemia afectó su trabajo de forma positiva o negativa?
H. S.: La pandemia ha sido muy provechosa para La Boca Mojada. Yo me fui a México con mi novio de vacaciones y la idea era que yo me devolviera a Estados Unidos. Iba a buscar un trabajo allá, pero ya había abierto La Boca Mojada, sin haber consolidado el negocio en sí y tampoco estar tan metida. Entonces, como me tocó devolverme acá [Colombia], buscar trabajo en pandemia ha sido difícil, y no he buscado mucho porque he estado metida todos los días, todo el día. [Me dedico] a crear contenido, a estar pendiente de las bolsas, que el paquete, que no le llegó, que sí le llegó. Entonces, en esos términos más bien ha impulsado mi proyecto personal.
Cuando no estaba esta pandemia, uno trabaja normal, pero se olvidaba de los sueños que tiene, de lo que quiere uno hacer con su vida. Y para mí esta oportunidad fue como [sic]: “Úsala para cumplir lo que quieres hacer, para empezar tu proyecto de vida”. De hecho, me ha ido súper bien: me he pagado mi salario con las ventas y las consultas, entonces ha estado bien. He estado muy contenta y estoy súper conectada con el tema, que para mí es muy importante.
DB: ¿Cuál ha sido el alcance del proyecto?
H. S.: La verdad es que el alcance ha sido impresionante. A la gente le encanta La Boca Mojada. y he recibido muy buenos comentarios. La demanda también incrementa en la medida en que voy poniendo más contenido; en la medida en que voy hablando más de ciertos temas, la gente como que va tomando eso como [sic] una oportunidad de liberarse y compran los productos.
Tampoco es que haya vendido un montón, porque la cultura de acá no está para eso. Entonces, la gente me pregunta: “¿Cómo viene empacado?”, “Que qué pena, que los llame antes porque al portero le va a dar pena”; bueno, un montón de vainas que siguen siendo muy tabú. Entonces, no es como salir a comprar papel higiénico. Pero sí creo que la pandemia ha generado un cambio de perspectiva en el autoplacer y en tener sexo más divertido.
DB: ¿Cómo así sexo más divertido? ¿La gente se está atreviendo a más por la pandemia?
H. S.: Sí, 100 %. Yo pienso que antes de la pandemia había muchas cosas que en esta sociedad se consideraban insólitas. Muchas cosas que la persona que las hacía nunca iba a decir que las hacía, y si lo compartía, era como una necia, una hijueputa. No sé, muchas cosas. Y hoy en día está el solo ejemplo del sexting, de las fotos, que antes era como: “Yo no voy a mandar una foto ni por el putas. Me van a vender; soy la mas perra; eso lo hace la gente mal”. [Son] como un montón de estigmas alrededor de las fotos. Y, al fin y al cabo, la pandemia “nos forzó” a reconfigurar la manera como vemos la sexualidad.
Y pues hoy en día una gran mayoría de la gente que decía que no lo iba a hacer nunca empezó a hacerlo. Es como chévere eso, porque cuando uno lo hace, ya no juzga. Entonces, se van rompiendo esos estigmas y esas cosas de qué es lo que debería o no pasar con la sexualidad. [Eso] por un lado; por el otro, también que en esta cultura, como no se habla tanto del tema, no es normal tener un vibrador, no es normal tener un dildo. Si una amiga escribe por el grupo que se compró un dildo, es el tema de conversación de cinco días. Se ha normalizado el uso de los juguetes un montón. A eso me refiero con más divertido.
DB: Se ha hablado mucho de cómo tener sexo de forma segura para no contraer el coronavirus. ¿Qué opina respecto al sexo con tapabocas, sin intercambio de fluidos?
H. S.: Mi opinión es que uno nunca va a estar seguro ni de la covid-19 ni de que le va a dar una gripe después de un beso o de un encuentro sexual o lo que sea. Las cosas pasan y el deseo sexual no es fácil de controlar. Imagínate uno teniendo sexo con tapabocas, o sea… a ver. Uno sí tiene que tener las medidas de bioseguridad en uno mismo, pero no creo que sea momento de irse a una fiesta y hacer una orgía, porque no sabes qué vas a traer a la casa. Ahora es necesaria una mayor responsabilidad de las personas, ser sinceros con lo que hemos hecho y lo que no.
Pero tampoco es una cuestión de que antes de entrar al cuarto esté el tapete desinfectante de los pies o que deba lavarse las manos. O sea, la arrechera simplemente no puede con eso y es imposible controlar ese tipo de cosas. Y en el momento que se empiezan a controlar también se pierde un montón esa pasión del momento… “¡No, espera: desinfectante para los pies!”, y esperas 20 segundos en el tapete y después sí te puedes quitar el pantalón. “No, o sea, ¿qué haces? Salte de mi casa” [risas].
DB: Una alternativa ha sido el coronasutra. ¿Qué opina al respecto?
H. S.: Lo he visto, pero creo que es más como un chiste. No creo que la gente debería tomárselo en serio. Así uno tenga que estar a dos metros de distancia, uno estará empeloto, pues aun así tiene que haber contacto de una; así uno esté volteado o lo que sea, tiene que haber contacto con las manos: uno toca a la otra persona. Uno no está estático. El sexo impone y necesita un montón de tacto, conexión, besos. Imagínate no darse besos ni tocar a la otra persona, sino simplemente pararse no de frente, sino de espaldas. No tiene ningún sentido. No sería excitante para nadie.
DB: Y es que la gente está muy preocupada por el coronavirus, pero ha dejado de lado los embarazos no deseados y las enfermedades de transmisión sexual (ETS). Entonces: ¿protegernos de la covid-19, pero no de los demás?
H. S.: Yo creo que esos temas también han sido silenciados en esta cultura. Incluso el tema del embarazo siempre ha sido más importante. A la gente lo único que le preocupa es quedar embarazados, pero nadie se está fijando si le dio gonorrea, si le dio clamidia, si le dio SIDA. Nada. Porque se asume que ese es un problema de otro. Eso no es algo que se toque mucho. Nunca; ni ahora con el coronavirus ni antes del coronavirus.
Sí, la gente está demasiado preocupada, y con razón, porque es un problema de salud pública tremendo. Pero también hay que tener responsabilidad y seguir viviendo la vida conscientes de que hay otros riesgos. Así como uno se cuida de no comer chorizo todos los días para evitar un ataque cardíaco, uno también debería cuidarse y usar condón para evitar una ETS y un embarazo.
DB: Con todo este tema de la pandemia y, según lo que sabe, ¿qué opciones tienen las personas que tienen su pareja estable y qué opciones las que no? ¿Hay diferencias o similitudes?
H. S.: He visto que más gente ha comprado juguetes. Más gente se ha dado esa oportunidad de la masturbación, aun teniendo pareja o no, porque hay gente que está psicorrígida con el tema de la cuarentena. Hay gente que ni siquiera se ve con su pareja, entonces experimentar la masturbación sí ha sido algo que he visto un montón. Tal vez comenzar a experimentar con cosas pequeñas. Por eso yo vendo cosas discretas, porque vender un pipí grande, pues [sic] nadie lo va a comprar si no se siente empoderado de hacerlo. Entonces estos juguetes chiquitos permiten mucha versatilidad, tanto en pareja como solo.
DB: ¿Y cómo ha sido el uso que le han dado las personas a las aplicaciones de citas durante la pandemia?
H. S.: Mucha gente sí está usando Tinder y Bumble. Yo no estoy metida mucho en ese tema, sino que sé por lo que pongo en mis historias preguntas, y la gente responde. Hay gente que sí utiliza las aplicaciones para tener relaciones en la cuarentena, pero yo creo que la gente está muy asustada. Yo sí creo que se ha acudido mucho más a la masturbación que a encontrarse con alguien, porque pues sí te da miedo con alguien cercano. Si uno no se ve con los amigos ahora, ¿uno se va a ver con un desconocido que uno no sabe dónde ha estado y con todo el susto de la covid? Creo que las aplicaciones se han usado, pero más por desparche y para pasarla rico, para sextear y eso, pero no creo que muchas cosas se hayan consolidado por el miedo que existe ahorita.
DB: Después de que todo esto pase, ¿cree que las relaciones sexuales van a cambiar, teniendo en cuenta que se han dejado de lado muchos tabúes y que la gente se ha atrevido a experimentar más?
H. S.: Yo creo que sí. Yo creo que va a haber mucha más libertad en términos de uno poder decir: “Yo me masturbo y ya”, algo que las mujeres no podían hacer o pues que socialmente no se veía bien que hicieran. También creo que la virtualidad ha tomado unas riendas muy impresionantes, entonces va a haber muchas experiencias sexuales mediadas por la tecnología: con las fotos, el contenido pornográfico y ese tipo de cosas.
DB: Entonces, al ser todo tan virtual ahorita, ¿muchas personas se verían afectadas cuando se puedan volver a establecer relaciones sexuales cara a cara?
H. S.: No. Yo no creo que vaya a cambiar mucho, porque yo pienso que el deseo animal existe. La sexualidad va mucho más allá de la genitalidad, pero al fin y al cabo somos animales. [Por tanto] somos más sensibles al estímulo de otra persona al frente nuestro. No por decir que la virtualidad sea mejor; de hecho, me parece peor al momento de construir intimidad, pues es mucho más difícil canalizar esas energías sexuales. Estar presente siempre va a ser mejor.
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