Los bares de Sidra que todo bogotano debe visitar

Laura Ramírez Durán // [email protected]

La sidra en Bogotá dejó de ser un enigma para convertirse, poco a poco, en un plan familiar y de amigos. En Chapinero, una de las localidades más multiculturales de la capital colombiana se encuentran los pocos bares que ofrecen esta tradición británica: el jugo de manzana o de pera fermentada categorizada como una bebida alcohólica.

Madriguera Brewing: un canijo resguardo de sidra
Cra. 7ª #58-18

FOTO: Madriguera Brewing: un canijo resguardo de sidra / Tomado de Instagram @madrigueraco

Desde hace cuatro meses esta franquicia abrió sus puertas. En plena séptima, caracterizada por ser una de las calles principales de la capital colombiana, ruidosa y en discusión por la controversial construcción de Transmilenio, se encuentra, como dijo María Gómez, community manager de Madriguera, “uno de los pocos lugares que tiene sidra artesanal y cóctel de sidra”.

Madriguera alude a ese espacio en el que se refugian ciertos animales como osos, liebres y suricatos, mismos nombres de las cervezas artesanales y de la sidra que se degustan ahí. Pero lo curioso es que esos seudónimos narran y representan la historia y personalidad de cada uno de sus socios, entre ellos, El milto, encargado de este lugar.

En la noche, se ve de lejos un enorme y reluciente letrero, que alumbra casi toda la cuadra. Un joven crespo y carismático de aproximadamente 23 años saluda y guía la ruta hacia la mesa acompañado por la canción There’s nothing holding me Back de Shawn Mendes.

FOTO: Liebre Rebelde: sidra seca, acida y dulce

Caminamos por el amplio piso de madera, mientras contemplamos los enormes sofás segmentados por mesas para dos o cuatro personas en los lados siniestro y diestro del lugar. En la mitad, más mesas, pero esta vez altas. En la pared del costado izquierdo de la entrada, se percibe un enorme mural. Dos osos. Uno de ellos, parecido al de los dibujos animados, al oso yogui, solo que más grande y robusto.

Precisamente, la mesa asignada es la que se encuentra al frente de dicho muro y al lado de un letrero brillante que dice We love beer, so we make our own. Al sentarnos, el muchacho preguntó si era nuestra primera vez en el sitio y como la respuesta fue afirmativa, se dispuso a explicar cada una de las cervezas que ofrecen. Cuando llegó el momento de explicar sobre la sidra, el silencio fue interrumpido. Trae dos, exclamamos. Aunque en este bar la especialidad no es la sidra, venden una artesanal a $11,000 llamada Liebre Rebelde, la cual, según la descripción del menú, es al estilo americano por ser seca, con un poco de acidez balanceada por los toques dulces de manzana y su 6.2% de alcohol.

FOTO: Un espacio amigable para tomar sidra

Llegaron los dos vasos de sidra. Al ritmo de Black Hearts de Jet y de la lluvia, las personas cantaban, hablaban y tomaban. Los meseros interactuaban con la clientela y entre risas y palabrería hacían el ambiente amigable. En ese instante, Madriguera se convirtió en un resguardo canijo, no solo de tempestad, sino también de sidra.

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The Cider House: el zar de la sidra en Colombia
Cra. 4ª #57 – 51

FOTO: The Cider Hause: primer y único lugar especializado en sidra en Colombia/ Cortesía: Alejandra Dueñas

The Cider House, escondido en un barrio silencioso y tranquilo en la cuadra suroccidental del parque República de Portugal, , es desde el 2016, el primer y único lugar especializado en sidra en Colombia. Es atendido de jueves a sábado, de 4:00 de la tarde a 11:00 de la noche0, por sus propietarios, Julián Gutiérrez Villota y Emma Laing, quienes también crearon en el 2014, Great British Ciders, la exclusiva importadora de sidra en el país. Al año importan dos contenedores, los cuales, traen cerca de 30.000 unidades de sidra. De estas, cerca del 70% se queda en Bogotá, un 25% en Medellín y el resto se distribuye en ciudades como Cartagena y Barranquilla.

De lejos, se observa un letrero de color madera con el nombre del lugar y una bandera, en forma triangular, de Londres. Rojo y azul son los colores que transportan al origen de la idea de esta casa. Mientras Julián cursaba su maestría en administración de negocios en el país del Big Ben decidió un día de primavera caminar por las calles del centro. Allí compró, por primera vez, una sidra. La probó y pensó ¿dónde estuviste toda mi vida? ¿por qué eres tan refrescante? Entonces, descubrió que ya había conocido a sus dos amores: a Emma y la sidra.

FOTO: El zar de la sidra y su equipo / Tomado de: Instagram @gbciders

Un año después, “sin saber qué papeles, permisos e impuestos, decidimos emprender. Lidiar con la burocracia. Pero uno se desgasta mucho en eso, en vez de contar la historia de la sidra, historias que pueden cambiar la vida de alguien”, recordó Julián. Y sí, uno está consumiendo historias todo el tiempo. Hay relatos que se cuentan por medio de un objeto, un plato típico o una bebida. Este lugar lleva cinco años y medio promoviendo la historia de la sidra, al ofrecer un ambiente y una experiencia al estilo inglés.

Para entrar, es necesario bajar por unas escaleras estrechas y empinadas que conducen a unos pequeños pabellones llenos de vinos. Pero, antes de terminar de cruzar esos pasillos, se encuentra a mano derecha un cuarto pequeño con tres mesas; una repisa larga llena de botellas de sidra en varios tamaños, traídos no solo de Inglaterra sino también de Francia; y una barra. Ahí, Alejandra Dueñas y Sebastián Hernández dan la bienvenida con una sonrisa.

FOTO: La sidra: un plan al estilo británico/ Cortesía: Alejandra Dueñas

Alrededor de las 9:30 de la noche, al compás de la música electrónica del grupo Prodigy, recordando al artista Keith Flint, Alejandra entregó el menú y preguntó ¿es la primera vez que prueban la sidra? Mi acompañante hizo señal afirmativa. Alejandra se dirigió a un pizarrón negro ubicado en la pared frontal de la barra en la que hacen, desde hace cuatro semanas, una marcación lineal que contribuye a sus cálculos. Allí, también se leen las reglas de este lugar: tener siempre lista una sonrisa; pide y reclama tu sidra en la barra; no vomitar en la alfombra; y no te puedes ir sin haber conocido un amigo.

FOTO: Samplers, seductor de papilas gustativas

“Cuando escuchan sidra piensan que es la guatila, si la ven piensan que es cerveza y si la prueban creen que es champaña por lo burbujeante o vino. Pero explicar qué es la sidra, es el reto más grande para nosotros porque estamos hablando de una idea que es totalmente alienígena para el 95% de la población colombiana. Sin embargo, eso ha ido cambiando. Durante todo este tiempo nosotros hemos visto la evolución cultural de la relación de la gente con la sidra”, dice Julián mientras le da un sorbo a su lata dorada de sidra, una de las 11 variedades que se ofrecen en este lugar.

Al saber que existían muchos tipos y con avidez de probarlos todos, pedimos una pequeña cata llamada Samplers. Eran seis mini copas con sabores diferentes: Stowford Press, de botella y de lata; Aspall Draught; Golden Lion; Liebre Rebelde; y un sabor que se repetía. Cada una con un olor y sabor peculiar. Pero si te quedan dudas de este original espacio, como dice Julián: “Ven a la casa y al son de una sidra, miramos cuál es la razón del por qué soy el zar de la sidra en Colombia”

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¿Dónde estará El Mono Bandido?
Cra. 4 #54-85

Entre altozanos de Chapinero, exactamente en una esquina de la carrera 4ª llena de árboles y plantas verde albahaca se encuentra El Mono Bandido. Si, un mono que como cuenta la fábula es bandido porque le ha robado la cerveza a una mona, ha sacado una pistola y ha encendido la rockola en la que ha sonado rock and roll. Han llegado más monas y monos coquetos que las han enamorado con sus cervezas. Así nació este lugar en agosto de 2016.

FOTO: Entre árboles y plantas verde albahaca se encuentra El Mono Bandido

Desde afuera, parece una casa antigua y aposentada por sus ventanales de aluminio en arco, por las rejas que encierran la puerta principal, sus dos pisos y su antejardín. Pero sus bombillos, de formas geométricas distintas y colgadas como si fueran una lluvia de ideas, reflejan que este espacio es sensiblero y delicado. Al entrar, el olor a cera de las veladoras contribuye a ese toque romanticón, al estilo de la arquitecta y dueña Juliana Villada Londoño.

A las 10:30 de la noche no había mesas. Tocaba en la barra. Pero por un milagrito, quizá concedido por el mono, desocuparon una mesa pequeña ubicada en una de las esquinas del lugar. Apartada de todo el mundo, pero a la vez pegada a una mesa en la que se encontraban dos personas jóvenes, un hombre y una mujer. El claro ejemplo de que el mono estaba intentando enamorar a la mona con su cerveza.

FOTO: Foto 2. Así se vive el romance en el Mono/ Tomado de Instagram @elmonobandido

Se acercó una señorita con camisa de cuadros blancos y negros, su overol negro, ojos cansados y una sonrisa. Ofreció el menú y preguntó ¿Es la primera vez que vienen al Mono? Al ver que la respuesta fue negativa, sonrió y se fue. A los cinco minutos, regresó. Tomó la orden: dos hamburguesas clásicas, dos porciones de papa en casco y una copa de sidra Golden Lion, sidra de manzana sin gluten, ácida, dulce y artesanal con 4.5% de alcohol. Presentada, normalmente, en una botella de 330 mililitros. Hecha en Colombia, supervisada por el dueño Julián Villada Londoño e inspirada en Gran Bretaña, Reino Unido e Inglaterra.

De sus tres sedes (Quinta Camacho y Parque de la 93), esta es la que cierran más temprano y no abre un domingo. La mesera, sin que hubiera llegado el pedido, se acercó. Entregó una figura de hipopótamo en madera como distintivo de la mesa y dijo: -“Chicos, a las 11:40 todos deben estar a fuera. Si van a pedir algo más, pidan de una vez porque ya vamos a cerrar la barra y la cocina”. Llegaron los platos, la copa de sidra de 350 mililitros, con un mono en la mitad y unas tres o cuatro servilletas en las que la idea es escribir tu nombre y número de celular para que, si encuentras algún mono interesante, envíes el papel a su mesa

FOTO: Sidra coqueta, típica del Mono Bandido

Entre susurros y risas, la gente fue saliendo del lugar. Ya eran las 11:45. A la salida, un hombre de aproximadamente 35 años con barba y vestido de negro se dedicó a entregar stickers con la cara del mono y el nombre del bar, seguramente, para no olvidar su cara y quien lo encuentre reclamarle por los vasos de cervezas que se robó. La pregunta es: ¿dónde estará El Mono Bandido?

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