Por: Diego Alejandro Osorio // Periodismo digital
Juan David Paladines es un joven caleño de 21 años que busca alcanzar su gran meta con cada paso de su vida: quiere ser futbolista profesional. A su corta edad, ya es presidente de un equipo de fútbol aficionado, socio de una empresa de alimentos y mentor en una de las academias más importantes de trading en Colombia.
Cerca de las 5:40 a. m., Juan David me recibe en su apartamento al norte de la ciudad. Está vestido con su indumentaria deportiva, listo para una sesión de entrenamiento con su entrenador personal, Larry López. Juan ya lleva cerca de una hora y media despierto, produciendo y haciendo de su tiempo oro. Yo le pregunto: “¿Por qué arrancar tan temprano el día?”; a lo que él contesta:
“Disciplina”. Su convicción a la hora de decirlo es la de una persona que escuchas y te invita a soñar. Sí, un sueño como el de Steven, que conquista tierras españolas, o como el de Sebastián, que dejó todo por irse a Argentina persiguiendo ese anhelo —esa ilusión de muchos niños y jóvenes que pocos logran alcanzar: ser futbolista profesional—.
Intentando hacer el menor ruido posible para no despertar a sus papás y su hermana, ‘Pala’ (como la gran mayoría de personas lo llaman) arranca su jornada a las 4:00 a. m. Según él, esta es una de las cosas más positivas que adquirió gracias a su disciplina: “Pienso en mis sueños, en las cosas que tengo que hacer. Proyecto mis metas [y] las vivo, me las imagino muy real[es]. Es un proceso en el que se vive y, cuando usted lo vive, su subconsciente se acostumbra a eso, y lo que hace es manifestarlo en físico, en su realidad”, dice Juan en medio del frío capitalino. Además de concentrarse en esa “construcción de realidades”, se adentra en el mundo del trading y los mercados bursátiles. Parece raro, y confieso que a mí también me sorprendió conocer esta faceta de Juan David. Y es que mucho se bromea con este tema. Sin embargo, para él no es ninguna broma.
Mi primo Pablo Emilio
Todo empezó como una necesidad. A lo largo de este “trajín” llamado vida, él ha pasado por diferentes empleos: venta de dulces y sándwiches con gaseosa, conductor de Uber, mesero y host de un bar en la Zona Rosa de Bogotá. Gracias a su constancia en este último trabajo, esa misma que se puede observar en cada pelota que —sin guardarse una gota de sudor— disputa en el entrenamiento, logró ahorrar una plata para pagarse el curso de trader profesional en Eyetrade, una de las academias más importantes de Colombia.
Pero el cuento del trading no pararía ahí. Gracias a sus buenos resultados durante el entrenamiento, Eyetrade le propuso ser parte de su equipo de mentores, y es así como, con tan solo 21 años, se ha convertido en uno de los tutores más jóvenes en esta importante escuela. Así, el trading se convirtió en una parte fundamental de su vida. A través de él, encontró la manera de aportar un pequeño porcentaje de dinero a su familia; hoy día representa prácticamente el 70% del sustento de su hogar.
“Vamos’ hermano, que nadie dijo que sería fácil. Nada es fácil”, grita el profesor López, mientras exige cada vez más a Pala, llevándolo al límite y haciéndolo apretar sus dientes para sacar un poco más de fuerza. Juan inhala, exhala y se levanta luego de caer una y otra vez tras cada “volada” para atrapar el balón. Y así perfecciona su técnica. Las palabras de Larry son la descripción perfecta de lo que ha sido la vida de nuestro protagonista; hasta acá, todo ha sido color de rosa en esta historia.
'La valentía no es el impulso para tomar una buena decisión'
Para sobrellevar tantas adversidades en tan pocos años, la gran mayoría por cuenta del fútbol, Pala ha tenido que ponerle el pecho. Cuando tenía 12 años se paseaba por Bogotá en el bus UDCA, que lo dejaba en la antigua finca del equipo Millonarios; así mismo haría en Cali unos años más tarde, subiéndose en el MIO para llegar a Ciudad Jardín y abordar un transporte pirata que lo acercara al sitio de entrenamiento de la Escuela Sarmiento Lora. Cuando volvió a la capital en 2013, a los 14 años, ingresó al Instituto Técnico Industrial Centro Don Bosco —su quinto colegio de seis—. En esta institución se acomodó a un estilo de vida con el que dormía entre tres y cuatro horas, pues sus entrenamientos con Millonarios le impedían tener el tiempo necesario para descansar y hacer sus tareas.
Ese mismo año, para desdicha de él y su familia, se topó con su primera lesión: una tendinitis que lo tendría fuera de las canchas por un par de meses. A eso se le sumaban los problemas económicos que su familia empezó a vivir y también la poca continuidad de sus entrenamientos en el club, antes y después de su lesión. Le pregunto si nunca pensó en desistir del fútbol, y me contesta con una sonrisa duradera y llena de esperanza, que refleja cada obstáculo superado: “Es mi sueño, y desde siempre supe que tendría que hacer de todo para poder alcanzarlo. Luego de esa lesión era más fácil desistir; ese fue el punto de quiebre”.
‘El fútbol me ha dado todo lo que he querido’
Un extraño trancón de cuarentena retrasa nuestro regreso a casa de Pala. Sin embargo, este resulta provechoso para seguir conversando sobre esos tiempos poco positivos. De fondo suena “Live Is Life”, de Opus, y, por coincidencia, suena justo la parte en la que dice: “When we all give the power, we all give the best. Every minute of an hour, don’t think about a rest”. La frase dice que cuando todos damos poder, todos damos lo mejor, y exactamente así fue la historia que continuó.
Me cuenta de su paso por Valledupar, donde defendió los colores del equipo local. Después de conseguir la plata mediante rifas y colectas, Juan David había viajado con la ilusión de quedarse y luchar por un lugar en el equipo. Finalmente llegó a dicha ciudad con el dinero justo y, luego de una semana, empezó a alimentarse mal. Esto no fue impedimento para que siguiera con la convicción de ganarse la posibilidad de permanecer en la escuadra vallenata. Pero la vida le diría una vez más que no, y su regreso a Bogotá fue inminente.
“Yo siento que la soledad lo afectó mucho. Más allá de no poder comer, [fueron] los momentos amargos y tener que devolverse para volver a comenzar, fue eso”, dice Rossana Pérez, la mamá de Juan David. Con la ternura de madre, ella refleja en sus ojos el orgullo que le produce hablar de Juan David: “Porque esas otras dificultades son lo de menos, él hubiera buscado alguna forma de suplir eso”.
Finalmente, cerca de las 9:00 a. m., llegamos a la casa de Pala. Estábamos un poco afanados porque (a esa hora tenía una reunión de la Academia FC, un equipo de fútbol del cual es presidente y al que busca hacer llegar a la categoría profesional./B) Mientras se desarrolla la reunión, me estremezco un poco al escucharlo hablar de fútbol, por la seguridad con la que lo hace. Posiblemente adquirió esta virtud gracias a los diferentes equipos en los que ha estado, como, por ejemplo, Millonarios FC, Escuela Sarmiento Lora (Cali), Alianza Sur, Morumbi FC (Cali) y Valledupar, entre otros. Pero el más importante de todos: Caterpillar Motor.
En este último vivió cosas que cualquier futbolista que sueña con llegar a ser profesional desea: jugar los torneos y pisar las canchas más importantes del fútbol aficionado del distrito, representar a la Selección Bogotá y vestir la camiseta de la Selección Colombia en un microciclo. La reunión termina luego de dos horas; él está agotado por el entrenamiento y la reunión. Pero Pala no para, y con un cansancio notorio lanza una frase que reafirma su propósito: “Si yo no disfruto esto, ¿quién lo va hacer por mí?”.
Pasaron unos minutos, y finalmente terminamos en la cocina preparando una ensalada de frutas tan robusta que casi no cabía en un plato sopero. Observando una de las bolsas, logro detallar que todas tienen el mismo logotipo color verde: “DE LA PLAZA A TU CASA” (así, en mayúscula sostenida). Resulta que, además de Eyetrade y Academia, Pala es cofundador de una empresa de alimentos que, como su nombre lo indica, busca llevar productos agropecuarios hasta la puerta de su casa. Mientras todo esto ocurre, Juan David se alista para iniciar sus dos horas de lectura. Abre un ejemplar de Padre rico, padre pobre, un libro que pasó de ser un objeto obsoleto de la casa, a ser una herramienta de crecimiento personal para él.
Después llega la hora del almuerzo, cerca de la 1:30 p. m., y papá, mamá e hijos se reúnen y se desconectan de una realidad para sumergirse en otra: la vida familiar. Y basta solo con detenerse un momento en el cruce de miradas entre Pala y su papá, José David Paladines, para darse cuenta de quién es el preferido del padre. Cabe mencionar que José es tal vez uno de los pilares más fuertes que ha acompañado a Juan en todo este camino. La importancia de la familia para Juan David se evidencia en cada una de las risas que acompañan el plato principal. Se siente el cariño con cada agradecimiento a la persona que les lleva algo a la mesa y, por supuesto, la tranquilidad de poder vivir ese tipo de momentos.
A eso de las 2:40 p. m. termina el almuerzo, e inmediatamente arranca una tarde-noche de clases virtuales. Pala se conecta con cada uno de sus estudiantes, que, hora tras hora, pasan frente a su pantalla. Pero no todo es así de aburrido como suena. Juan tiene la vocación de lograr una conexión tan cercana con cada uno de sus estudiantes que logra volverse amigo de todos. No importa si están en Barcelona, Lima, Sídney o Bogotá, Pala siempre encuentra un tema del qué hablar mientras desarrollan su entrenamiento. Y así se van cerca de seis horas en las que justamente seis personas se dejan contagiar por el sueño de Juan David.
Llegada la noche y antes de cenar, Paladines vuelve a vestirse de sport. Entonces abre una colchoneta y arranca con una serie de abdominales para terminar el día. “¿No se siente ya el cansancio?”, le pregunto. “Sí”, asegura con una sonrisa en el rostro, con la que luego lanza una pregunta: “Si yo no disfruto esto, ¿quién lo hace por mí?”. Y fue ahí, cuando logré conectarme con su propósito, el de disfrutar su camino hacia el fútbol profesional.
Escuche aquí para conocer aún más este sueño llamado fútbol:
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