Hospital de películas: ¿Cómo se restaura un filme?

Por Natalia Rico Medina // Cultura

Desde 1997, Colombia le apuesta a devolverle la vida a cintas en riesgo de desaparecer: Así es el escrupuloso proceso de restaurar la memoria fílmica de un país. 

Fotograma de la película Bajo el cielo antioqueño de Arturo Acevedo. Imagen: Gonzalo Acevedo Bernal

Ya se ponía el sol cuando un fuerte estallido aturdió a todos los que se encontraban en el sur de Ciudad de México. En medio de ruidos de gritos y sirena, las personas podían sentir un intenso olor a humo ardiente. 

—¿De dónde proviene? —era la pregunta que muchos se hacían en lugares como el Museo Arqueológico de Xochimilco, el Lago de los Reyes Aztecas o San Andrés Mixquic. Bastó con que un curioso se acercara un poco más para ver advertir el lugar de origen de la humareda: la Cineteca Nacional. 

Era el 24 de marzo de 1982 y se proyectaba la cinta La Tierra de la Gran Promesa, del polaco Andrzej Wajda. Aunque no fuese su mejor película, el buen nombre del director bastaba para atraer a una gran cantidad de espectadores que llenaron el teatro. En medio del silencio y la oscuridad de la proyección, algunos empezaron a sentir calor y cierta pesadez en el aire que respiraban. No pasaron más de cinco minutos antes de que se percataran de que la sala de cine se estaba incendiando.

Todos empezaron a correr pavorosamente en estampida. Nadie resultó herido, pero 16 horas después, cuando los bomberos lograron apagar el fuego, los estragos del incendio quedaron al descubierto. Gran parte de la memoria cinematográfica mexicana se había perdido esa tarde: 6.506 películas, 275 libros y cerca de 2.300 guiones. 

Después de esta pérdida, las autoridades investigaron qué había provocado el incendio. La conclusión fue que este había sido provocado por la explosión de 15 litros de nitrato de plata, que se encontraban al interior de diversos archivos audiovisuales que habían llegado semanas antes para restaurarse. 

El incendio de la Cineteca provocó una reducción en el uso del nitrato de plata, pues es inflamable y puede generar irritaciones severas en manos y ojos, tal y como afirma el experto Jorge Mario Vera, director de fotografía ADFC y conservador-restaurador fílmico. 

Por esto es tan importante el proceso de restauración. No solo porque evita daños como la explosión de la Cineteca en México, sino porque así se preserva la memoria de un país. 

Para ello, hay que entender primero que el deterioro de una película se basa en su inestabilidad química, pues con el tiempo los elementos físicos se transforman y pueden explotar. 

En Colombia, este proceso de restauración fílmica inició en 1997. Desde ese entonces el país ingresó a la dinámica mundial de rescatar y resguardar el patrimonio de cine, televisión y radio. De hecho, a eso se debe la creación de la Ley 397, que establece como política del estado el cuidado de archivos considerados patrimonio y parte de la identidad nacional. 

El proceso empieza en una sala pequeña donde se mezclan los olores de metal y vinagre. Allí llegan todo tipo de materiales. El restaurador Vera toma el producto y empieza a revisarlo. Hay que examinar si tiene tifo o, peor aún, el tan temido olor a vinagre. Si este aroma se acentúa, la película corre el peligro de perderse para siempre. Esto debido a que el olor indica que el film tiene síndrome del vinagre, como se le conoce a la descomposición natural que sufre la película. 

La primera vez que se registró un caso así fue en 1948. El daño causado por este síndrome se mide con una tirita de papel de pH que ayuda a determinar el grado de acidez. Luego, se intenta ‘vacunar la película’ con ayuda de desecantes y se sella en una lata. En un lapso de unos dos meses, se revisa de nuevo para ver analizar qué tanto ha sanado el material. Durante ese tiempo, debe mantenerse con temperatura baja, de preferencia menor a -4 grados. En caso de que la película no se haya recuperado, se hace una restauración fotoquímica (de imagen) cuadro por cuadro y de forma manual. 

Las cintas que suelen estar más contaminadas son las de Nitrato de Celuloso (el mismo material de las cintas que explotaron en México). Eso se debe a que suelen ser muy inestables por sus componentes químicos. Además, revisar el soporte también es paso relevante. Según Jorge Mario Vera, restaurador de Sistema de Medios Públicos (RCTV), el mejor soporte para conservar una cinta es el poliéster (16mm, 35mm o 9.5 mm) porque es un soporte seguro que puede preservarse hasta por 300 años. 

Luego, viene la reparación, que implica escanear imagen por imagen para así, más adelante, corregir el color de forma digital. A continuación, se hace el etalonaje digital. Aquí se busca revisar que cada plano esté bien y no contraste con el siguiente, que la luminosidad esté en un buen nivel y en general, igualar el color. 

Después viene la masterización. La calidad en la cual se recomienda dejar las películas es Codex 444. Después de todo esto se deja en soporte de cintas magnéticas porque volver a ponerlo como película es muy costoso. Eso no termina así. El proceso de restauración es algo que deberá mantenerse aún con el pasar de los años. La forma como se hacen los filmes cambia con frecuencia. Esto obliga a que las viejas cintas se adapten para así poder perdurar. 

En Colombia hay varias instituciones que se encargan de estos procesos. Dos de ellas son Señal Memoria y La Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano, las cuales buscan preservar lo audiovisual como forma de evitar el olvido y permitir así mismo que sea usado como imagen de archivo en futuros proyectos. Hasta ahora, Patrimonio Fílmico ha coleccionado más de cien mil unidades de cine, video y otros soportes, tales como carteles, fotografías y guiones producidos desde hace más de un siglo. 

Desde 2008, cada 27 de octubre se celebra el Día Mundial del Patrimonio Audiovisual. En esa fecha suelen proyectar películas que se consideran hoy clásicas como Los Olvidados, de Luis Buñuel, o La Langosta Azul, de Luis Vicens.

En la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano se pueden encontrar tres colecciones: por un lado, el archivo histórico de los Acevedo, declarado Patrimonio Fílmico por la Unesco, que abarca desde 1915 hasta 1955. Ahí se conservan fragmentos de acontecimientos sociales, culturales y políticos en blanco y negro. También está la colección Marco Tulio Lizarazo, un productor muy destacado que, entre las cintas de este fondo, se pueden observar escenas del militar y expresidente de Colombia Gustavo Rojas Pinilla. Por último, también figura una colección de la Programadora Telediario, conocida por la presentación de Arturo Abella, quien desde 1970 presentaba las noticias endulzándolas con sátira. El suyo fue uno de los primeros programas en emitirse a color. 

Gracias a esto, los documentales siguen en creación. El uso de imagen de archivo se puede ver casi en todas partes, más hoy en día, cuando las redes sociales ayudan a difundirlas por medio de reportajes, documentales, películas o escritos. Restaurar un filme es rescatar una escena, un fragmento de historia y memoria de un país.

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Es un proyecto de la Facultad de Comunicación y Lenguaje de la Pontificia Universidad Javeriana, dedicado al periodismo digital, la producción audiovisual y las narrativas interactivas y transmedia