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Hágalo usted mismo, hágalo aMano

Por: Geraldyn León García // Periodismo cultural

En Chapinero hay un ambiente para todo aquel que quiera adentrarse en el desorden, la creatividad y experimentación. Se trata de un laboratorio creativo y colaborativo que permite que cualquiera haga uso de sus espacios para estos fines.

FOTO: Realiazación de manualidades.

Hace 4 años surgió aMano en una casa chapineruna de dos pisos y muchas habitaciones de distintos usos. Este espacio se ha convertido en el segundo hogar para aquellas personas que quieren descubrir de dónde vienen las cosas y, así, aprender a construirlas por ellos mismos; también en un lugar donde te brindan la asesoría adecuada, las herramientas necesarias y el espacio tranquilo y colorido para hacerlo, a través de talleres y trabajos privados.


Hanni Concha, directora del área de formación artesanal de aMano, cuenta que todo esto empezó con cursos sobre oficios artesanales que buscaban revalorar lo hecho con las manos y permitirles a las personas que quieren crear algo manualmente sacar sus ideas, pensar e innovar. Para ella, no se trata solamente de apoyar la compra de productos terminados, sino también el proceso que hay detrás.


Sobre los espacios creativos


Los espacios de aMano estaban reservados únicamente para temas textiles, pues comenzaron con todo lo que tiene que ver con tejidos, agujas, telares, estampación, tintes naturales y croché. No obstante, luego prosiguieron con la cerámica, manual y al torno, y sus diferentes acabados. Y finalmente se dedicaron al desarrollo de productos. Por un lado, quieren acercar a los grupos artesanos a mercados más grandes, ya que la mayoría de veces no son muchos y no pueden hacer producciones holgadas; por otro lado, desarrollan productos propios para ir a ferias y están en diferentes espacios comerciales.


Las personas que deseen utilizar cualquiera de sus talleres o espacios tienen tres opciones: la primera, alquilar el lugar por un rato para dictar un taller, siempre y cuando sea afín al acervo de aMano; la segunda, rentar espacios privados (independientes de la marca) para usos creativos que necesiten de un taller; la tercera, reservar el espacio de coworking para el desarrollo de proyectos particulares. Además, puede separarse todo el lugar para eventos como exposiciones de empresas o artistas jóvenes e incipientes que todavía no se quieren lanzar al mundo de las galerías gigantes.