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Sofía De La Espriella //
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Aún hay esperanza
En el filo de la navaja, el más reciente libro de la periodista Yolanda Ruíz, es una cátedra sobre el quehacer periodístico, los nuevos desafíos que presenta el oficio, y la experiencia de la autora en más de 30 años de carrera. Sofía de la Espriella hace una lectura crítica del libro.
FOTO: Tomada del perfil: @YolandaRuizCE
Cuestionar la labor de un medio o de un periodista es algo ‘fácil’ para la sociedad del siglo XXI. Pues, en la era digital, de masificación de la información, de sobre información y de mal uso de las redes sociales, el periodismo se ha convertido en un blanco fácil de apuntar por sus diferentes matices.
En el filo de la navaja expone todos los gajes del oficio al que un periodista se debe enfrentar. Más allá de una forma correcta de cómo hacerlo, Ruíz plantea una especie de ejercicio de autocrítica que es realmente saludable y necesario para nosotros, los futuros periodistas, que a pesar de ver un panorama oscuro para nuestra profesión, nos aferramos a la lealtad a la verdad y la responsabilidad social que mantienen viva nuestra pasión por el periodismo.
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Sería un error caer en un ejercicio crítico sobre el oficio periodístico que ha llevado Yolanda Ruíz a lo largo de su carrera. Sin embargo, sí es importante cuestionar los temas que, como periodista emblemática con más de 30 años en ‘el ojo del huracán’, debió discutir en su libro como: el cambio narrativo de los hechos según el formato periodístico, ¿en qué dista informar sobre política a informar sobre deporte o cultura? ¿qué sucede con la agremiación de periodistas colombianos y del resto de Latinoamérica?
Particularmente me llamó la atención que Yolanda Ruíz hiciera tanto hincapié en reconocer la condición de seres humanos que tenemos los periodistas, si bien parece una obviedad, no lo es. Como lo plantea, es un componente esencial que se ha ido desdibujando de la profesión por el hecho obsesivo de que el periodista únicamente tiene deber de informar a la sociedad de forma ‘objetiva’.
Me quedo especialmente con su cobertura a la caída del avión en Soacha; una experiencia que le demostró lo importante de no perder esa conexión que nos hace humanos. Se trata de ver a las víctimas como seres vulnerables (sin necesidad de revictimización) y no como fuentes de información, para, como ella misma dice, “poder ver, escuchar y entender mejor”.
Al mundo le hace falta ver que el periodista no es jamás objetivo, sino que busca el equilibrio al contar la verdad. Si nos desconectamos de esa condición humana, no solo entraríamos en un estado de alienación, también acabaríamos con el sentido de responsabilidad del periodista, dentro del cual la ética es esencial.
La importancia de discutir los pilares que rigen el periodismo recae en el alcance de estos.