A propósito de la cuarentena por el Covid-19, los fotoperiodistas de Directo Bogotá han aprovechado este tiempo en casa para retratar los objetos de sus hogares y las historias detrás de ellos. En esta entrega, una familia.
La vida nos cambia de un momento a otro. Hoy estamos en la calle caminando, trabajando, estudiando, algunos ganándose el pan de cada jornada, al otro día no sabemos qué nos espera. El coronavirus llegó al mundo y lo cogió con los pantalones abajo.
Nuestras rutinas no volvieron a ser las mismas. Desde ese 13 de marzo del 2020, la vida de la mayoría de las personas en el mundo cambió. Los trabajos se convirtieron en teletrabajos, la educación pasó de ser presencial a virtual, los vendedores pasaron de ir a ofrecer sus productos en la calle, a utilizar las redes sociales para venderlos.
Tengo 22 años, pero nunca en mi vida me había imaginado vivir una situación de esta magnitud. Normalmente el día a día de mi familia era: bañarnos, desayunar, cada uno va a su trabajo y en mi caso ir a la universidad. En la noche, cada uno hacía ejercicio por su lado y a las 7 nos sentábamos a comer.
Por nuestra forma de vida, dejamos de hacer muchas cosas como lo es consentir a Loki, nuestro perro, leer el periódico, limpiar la casa con nuestras propias manos, ya que teníamos la posibilidad de contratar a alguien que nos ayudara con esta tarea.
Pero como lo menciona el título, cambiamos la rutina. Pero no todo es malo, no todo es aburrido. Al contrario, volver hacer lo que antes hacíamos nos hizo caer en la cuenta de lo que nos falta, de que nos centramos solo en nuestras responsabilidades afuera de la casa y no dentro de ella.
Al final, solo nos acordaremos de cómo superamos esto como familia y la importancia de compartir con los seres queridos. Como dije al inicio, un día estamos acá, en clase, pero mañana no sabemos.
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