Los que siguen por todos: Vigilancia y limpieza de choque ante la pandemia.
Siempre se ha visto películas sobre personas que arriesgan sus propias vidas para ayudar a muchos otros. Ahora, más que nunca, se puede dar fe de que estas personas están más cerca de lo que creemos. Hoy, cuando somos prisioneros de nuestra casa, en un momento donde nuestras vidas son abstractas (más abstractas que nunca) no se sabe lo que vendrá y solamente entenderemos las cosas hasta después de pasar la prueba.
En tiempos de pandemia, las personas se encuentran a salvo en sus casas, queriendo salir, sufriendo por estar encerradas, pero esta vez hay otros grupos de personas que no pueden parar, porque deben seguir día a día en su función, esos pocos trabajos que tienen excepción a las reglas de confinamiento y aislamiento.
Pero entre quejas y esas ganas de querer salir, se encuentran trabajos con gran importancia, pero que con apenas el salario mínimo y grandes trayectos en transporte público o moto día a día, pueden dejarse en un rincón. Esas personas que la mayoría de veces se dan por sentadas en su labor, que pueden observarse día y noche, doblando turnos, los que son los guardianes y protectores de nuestros hogares y nuestras vidas, los vigilantes o personal de aseo que se encuentran en todos los lugares que incluso hoy necesitamos: edificios, hospitales, supermercados, residencias, parqueaderos, etc.
Personas que aún siguen sus rutinas, luchan por sus familias, por su día a día, los que están a nuestro servicio, pero que ponen en riesgo y en juego sus propias vidas. Porque ellas y ellos siguen por todos. Personas que por muy duro que haya sido su día, por muy destruidos que se encuentren por dentro, intentan disfrazarlo con una sonrisa y transformarlo en buena actitud para abrir las puertas y limpiar cada parte de “nuestros templos” por sobrevivir junto a los suyos.
Por un momento, observemos a esas personas ¿Cuántas historias y sentimientos habrán escondidos detrás de esas sonrisas, de esas palabras llenas de gozo y alegría? Personas que, si nos ponemos a analizar, tienen el gran don de la memoria, porque se saben el nombre de todo aquel que cruce esas puertas, personas que agradecen los simples gestos y que se iluminan cuando se les dice un “Gracias, buena tarde” o un “Que tenga un buen día” o “¿Cómo se encuentra el día de hoy?”, palabras, frases y preguntas que muchos dan por sentados, pero que para estas personas que se mueven por todos, son ese impulso de seguir haciendo lo que hacen con entrega, son esa luz y esa pequeña chispa que les da fuerza de seguir su turno para al fin regresar con algo en sus manos.
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