Mariana Muñoz // [email protected]
Bernie Sanders anunció en febrero su candidatura a la presidencia de los Estados Unidos. Sus propuestas progresistas incluyen un medicare universal, matrícula gratuita para las universidades en los distintos Estados y millones de dólares para financiar la infraestructura norteamericana. Sin embargo ¿puede un socialista gobernar el país símbolo del capitalismo mundial?
Bernie Sanders, el outsider del establishment político estadounidense, como él mismo se apoda, espera superar los buenos resultados de su anterior carrera por la presidencia y hacer realidad la utopía de un mandatario socialista en el país más capitalista del mundo. Después de anunciar su nueva candidatura hace unos meses, recaudó un millón de dólares en donaciones para su campaña, lo que augura la posibilidad de que un “candidato insurgente” viva y trabaje en la Casa Blanca.
En las pasadas elecciones presidenciales del 2016, Bernie Sanders sorprendió al país con su inesperada aceptación en el Partido demócrata que amenzó la candidatura oficial de Hillary Clinton. Aunque no logró conseguir el apoyo suficiente, movilizó a la juventud y ganó un considerable espacio político sin importar su autoproclamación socialista y su tendencia política independiente a los partidos tradicionales estadounidenses.
Sanders revitalizó el resquebrajado Partido Demócrata y logró canalizar los votos de sus seguidores hacia Clinton. A pesar de que la candidata demócrata había sido criticada por la opinión pública después del escándalo de los correos electrónicos y, además, había sido tildada de ser el símbolo del establecimiento político que Sanders pretendía eliminar, ambos se unieron apelando a una “causa común”.
Raíces políticas
La carrera política de Bernie Sanders comenzó a principios de los años ochenta con la alcaldía de la ciudad más poblada del estado de Vermont. Una década después fue elegido como único representante de Vermont en la cámara baja estadounidense.
Ahora no es coincidencia que Vermont, a pesar de ser un estado rural y “blanco”, fuera el primero en aprobar el matrimonio de parejas LGBT, apostar por las energías renovables y votar reiteradamente por candidatos demócratas durante las últimas elecciones presidenciales.
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“Los Republicanos quieren que olvidemos que, como resultado de la codicia e ilegalidad, nuestra economía estuvo en la peor depresión, y que ocho millones de personas perdían su trabajo a diario”, afirmó Sanders en alguna ocasión. El candidato también ha recalcado su visión económica y política que tiene mucho que ver con la crítica a la brecha social generada por el neoliberalismo desmedido y preocupado principalmente por enriquecer a las empresas capitalistas.
Sanders también apoya la demanda del salario mínimo a nivel nacional, la igualdad salarial para las mujeres y la preocupación por el calentamiento global, aspectos que incitan a una configuración del llamado “Estado de Bienestar”. El renacer político que promete Sanders ha llamado la atención de la juventud norteamericana, por eso era predecible el apoyo del “demócrata socialista” a candidatas como Alexandría Ocasio-Cortez en las elecciones de medio término que se desarrollaron en 2018, debido a que Ocasio-Cortez es fruto del mismo fenómeno juvenil y despertar político que vive Estados Unidos en la actualidad.
“New Wave” socialista
El surgimiento del socialismo en Estados Unidos es una realidad porque las nuevas generaciones no cargan con el fantasma de la Guerra Fría. La manera en que se ve al socialismo y comunismo ha mutado por las apremiantes situaciones que vive Estados Unidos hoy en día.
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Una crisis en el ámbito social, en términos de “gun violence”, “Black Lives Matter”, de la crisis de opioides y de la xenofobia que representa la actual política antimigratoria; en el aspecto económico por el shutdown del gobierno debido a la financiación del muro y la inestabilidad fiscal; y en el espectro político con el quiebre de la imagen salvadora de la democracia que Trump ya no quiere llevar y que ha reemplazado por el proteccionismo y el aislamiento.
Para John Patrick Leary, profesor asistente de Literatura Norteamericana en la Wayne State University, “los tiempos, en Estados Unidos, son más difíciles de lo que lo han sido antes. El país es más desigual, la política es más disfuncional y la infraestructura está más fragmentada de lo que puedo recordar. Y, lo que es más importante, muchas personas nacidas después de 1991 ya no se preocupan por la acusación de “comunismo”. Esas viejas etiquetas realmente no funcionan”.
El socialismo norteamericano ahora es una realidad. Una muestra es la creación de la organización Socialistas Democráticos de América (DSA por sus siglas en inglés). Como acontece con Sanders, ser un socialista es ser un crítico del capitalismo y de la inequidad que este trae. Por lo tanto, ser socialista, en un país capitalista, puede estar bien para algunos porque “la mayoría de los socialistas norteamericanos lo han sido en un país capitalista. Esto considerando que el socialismo es una respuesta a los problemas del capitalismo en sí”, explica Leary.
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El pasado político de Sanders incluye un apoyo ambivalente a decisiones del oficialismo como la “guerra contra el terrorismo”, el voto a favor de la resolución de autorización del uso de la fuerza, el proyecto del entonces presidente Bill Clinton para endurecer las leyes de arrestos y encarcelamiento, la resolución unánime del Senado para respaldar al Estado de Israel en el bombardeo y la invasión de Gaza, y ahora el voto a favor del acuerdo entre demócratas y republicanos para evitar un nuevo shutdown.
Bernie Sanders es una opción política interesante debido a que representa una candidatura diferente con un discurso renovado y propuestas ambiciosas. Sin embargo, sus ansias de romper con el statu quo y su pesimismo frente a la realidad del país, aún no logran superar la configuración política encaminada al cambio que estableció Obama, con terminos para pensar a Estados Unidos desde el “Yes, we can”. Para ganar el Round Two, que tendrá el socialismo, Bernie Sanders tiene que ganar algo más que el respaldo de la juventud, criticar al establecimiento y autodeclararse socialista.
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