Andrés Triviño V. // [email protected]
¿Cómo hemos vivido los días de encierro? Estudiantes de la clase de ‘periodismo digital’ narran un día de sus vidas tras la llegada del nuevo coronavirus a Colombia.
“Aprovechen estas últimas horitas que nos quedan de libertad porque apenas lleguemos a Bogotá nos toca encerrarnos y quién sabe por cuánto tiempo”, les decía a unos colegas en Cartagena, horas después de que el presidente Duque anunciara que no se podrían realizar eventos de más de 50 personas y nos cancelaron el FICCI, evento que habíamos ido a cubrir como periodistas.
Muy inocentemente pensaba que iba a estar encerrado unas dos semanas, así que me decía ese día que debía disfrutar de los últimos momentos de libertad y relajo, bajo el calor de “La Heroica”, sin pensar en todo el tiempo que realmente sería. Ahora que escribo esto, recuerdo cuando al inicio del año veía distante una medida como la del confinamiento en China. Recuerdo haber comentado alguna vez sobre lo mal que lo debían estar pasando allá, al otro lado del mundo, con la gente encerrada durante un tiempo indeterminado, creyendo que eso no me lo aguantaría si llegara a ocurrir en mi país.
Pero llegó. Y para mi sorpresa y la de mis papás, con quienes he pasado la cuarentena ordenada por el Gobierno nacional, he llevado muy bien los días en mi apartamento. He podido tener la mente ocupada en el estudio y el trabajo, lo que ha sido fundamental para no enloquecer pensando en el enemigo invisible.
Cocinar me ha ayudado mucho. Terminé descubriendo un talento que nunca había desarrollado. El ejercicio también me ha servido para mejorar el ánimo, sobretodo para sentirme cansado, una sensación que ya es extraña experimentar por estos días. Aunque extraño hacerlo al aire libre o acompañado en un gimnasio, creo que la actividad física de por sí, aún estando en casa, es una gran salida para manejar la ansiedad que se pueda sentir en días donde recibir malas noticias ya es algo normal.
Todos los días para darme ánimo pienso en lo difícil que debió ser para la gente que vivió las guerras mundiales, pasaron largos meses en sótanos, con muy poca comida, sin internet y temiendo todo el tiempo por un bombardeo inesperado. Ahora podemos decir que nuestra mayor preocupación es encontrar cosas para no aburrirnos y seguir cumpliendo con nuestras responsabilidades. Pero no todos los días me ha funcionado la estrategia. Esta semana tuve mi crisis y sentí que estaba ya desesperado del encierro.
Tenía muchas cosas para hacer pero no me quería levantar de mi cama. Fue difícil. No quería responder mensajes de Whatsapp, ni ver a la gente quejándose en Instagram, ni ver vídeos en Tik Tok, que ha sido una gran entretención para la cuarentena. Nunca me había sentido así, fueron días en los que solo quería dormir y levantarme cuando todo volviera a la normalidad.
Hablé de esto con unos amigos, quienes también me contaron que se sentían igual. No cambió mucho mi ánimo, pero dormí y al despertar me sentí mejor. He tratado de ocupar mi mente.
Creo que casi todos estamos en una situación similar, en la que aquella frase popular: “No te preocupes, entiendo lo que sientes”, por primera vez no es una frase de cajón sino una realidad. Por ahora nos espera llenarnos de paciencia, tener esperanza y ser conscientes de que todos los días vamos a tener un arcoíris de sentimientos.
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