Crítica de Niña errante: la explotación de lo femenino

Fernando Camilo Garzón

Cuatro mujeres se enfrentan a la repentina muerte de su padre. La última película del director boyacense, Rubén Mendoza, ha despertado polémicas por la visión avasalladora de la masculinidad sobre el cuerpo femenino. A partir de la explotación visual del cuerpo y la búsqueda de la feminidad, se abre una discusión interesante sobre la mirada masculina de la mujer a través del cine.

FOTO: Captura de fotograma del tráiler de la película Niña Errante (2019)

Que el hombre retrate a la mujer es algo muy común en el cine. Pedro Almodóvar, por ejemplo, es uno de los directores que más se ha obsesionado con el rol de la mujer. Películas como Volver (2006) y Todo sobre mi madre (1999) son objeto de estudio por el papel preponderante que tiene el género femenino. El director manchego ha creado un universo cinematográfico transgresor en donde la mujer es quien gobierna y lleva el peso de las determinaciones narrativas.

Representar la mujer desde la mirada masculina es el propósito del colombiano Rubén Mendoza en su última película, Niña errante. Como bien reseñó el crítico Pedro Adrián Zuluaga, en la filmografía del director, el tema del cuerpo y la tensión de poder entre lo masculino y lo femenino, tiene un espacio. Una trayectoria que lo ha llevado a Niña errante y al autodescubrimiento de lo femenino.

La historia de este largometraje relata el viaje que tienen que emprender cuatro medio hermanas tras la muerte accidental de su padre y la orfandad de la más pequeña, Ángela, el personaje principal de la historia, tiene doce años y nunca conoció a su mamá. Ella es el motivo del viaje ya que el objetivo final de la historia es dejarla bajo el amparo de su tía. Una travesía que le permitirá no solo acercarse a una familia que siempre estuvo lejana, sino también conocerse a sí misma, su cuerpo y su feminidad.

FOTO: Captura de fotograma del tráiler de la película Niña Errante (2019)

Sin embargo, aquí comienzan los problemas argumentales de la película. En la búsqueda de esa feminidad, parece establecerse que lo femenino pasa exclusivamente por una exploración corporal. El espectador es testigo de una secuencia de planos donde la sexualización del cuerpo juega un papel importante. Y esto no está referido a que se muestren unos senos o unas nalgas, sino a las repetitivas secuencias sin sentido que muestran las partes íntimas de los personajes. Innecesariamente, Mendoza abusa del cuerpo y cree que con eso empodera a la mujer. Algunos han dicho con sorna que la película parece un vulgar comercial de calzones, y de forma consciente o inconsciente, hay una declaración de intenciones muy diciente del director en la explotación visual del cuerpo femenino.

FOTO: Captura de fotograma del tráiler de la película Niña Errante (2019)

Por otro lado, desde el guion se nota una intención de fortalecer la figura de la mujer frente al hombre con diálogos que muchas veces son gratuitos. Hay una obsesión de parecer trascendente desde lo que dicen los personajes, que desvía la atención de lo que la película debió lograr con acciones. El padre, que fue un hombre lejano, mujeriego, irresponsable y poco afectuoso, es quién termina guiando la narración. La historia pierde verosimilitud porque el papá culmina reivindicado por una grabación que le deja a Ángela, su hija menor, la única a la que aparentemente quiso, y parece, en una escena muy sexualizada a partir de la voz del progenitor y el rostro de sus hijas, que se termina perdonando la figura de un hombre que fue un padre fatal. Si la intención de las interlocuciones de los personajes era emancipar a la mujer del patriarcado, la representación de un mal hombre no puede ser la clave y el punto de giro de la película porque deja la sensación de estar viendo la reivindicación de un hombre sobre otro.

FOTO: Captura de fotograma del tráiler de la película Niña Errante (2019)
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Y por esto, no significa que el género masculino no pueda retratar a la mujer a través del cine. Ya hemos referenciado a Almodóvar, pero también podríamos hablar de Luis Buñuel en películas como Belle de jour (1967) o Diario de una camarera (1964) donde el director también se vale del cuerpo para explorar a la mujer, pero no es el cuerpo per se lo que Buñuel retrata como un poder femenino; es la libertad de la mujer y el poder sobre sí misma. Otro ejemplo relevante puede ser la película Doncella (2016) del director coreano Park Chang-wook. Un filme polémico por el uso sexual del cuerpo de la mujer desde una visión masculina, pero que no se limita a mostrar la sexualidad y a concluir que por eso la mujer ya está liberada; la empodera, denuncia la cosificación y, finalmente, le concede la victoria sobre los patriarcas.

Niña errante ha sido una película polémica y muy comentada. Tuvo que ver que abrió el festival de Cartagena, también el discurso que pronunció Mendoza contra el gobierno del presidente Iván Duque y, por supuesto, el patrocinio de Caracol Televisión. La cinta levantó fuertes críticas de la escritora Carolina Sanín, del crítico Manuel Kalmanovitz, de la editora general de la revista Arcadia, Sara Malagón, y en especial de Pedro Adrián Zuluaga, que dijo que la película era explotadora de la sexualidad y las expectativas del cuerpo de la mujer, a lo que Rubén Mendoza le contestó que él juzgaba la película por su condición (ser homosexual) y que se necesitaba tener una mente muy cochina para leer la película de esa manera. El director Luis Opina también se refirió a las críticas y dijo que no entendía la necesidad de la prensa de destruir las películas con discursos moralistas sin esperar a que el público las vea, de lo cual Zuluaga contestó que ellos estaban para hacer crítica y no propaganda.

Niña errante es una película que abusa el cuerpo, la sexualidad, lo femenino y que le resta poder y libertad a la mujer. Sin embargo, es una buena oportunidad para abrir el debate de cómo se ve la mujer a través de la mirada masculina en la experiencia cinematográfica.

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