Daniela Cristancho Serrano
23 de jul de 20189 min.
A sus 27 años, María Paulina Baena se ha posicionado como una de las caras conocidas del periodismo nacional. Con su equipo creó La Pulla, una videocolumna de opinión que se volvió viral desde el primer capítulo. Su sarcasmo, lenguaje relajado y actitud vehemente han dotado al periodismo de emoción y han logrado cautivar al público joven.
María Paulina Baena en el set de La Pulla // Foto cortesía de La Pulla
Los martes en la mañana, el director de El Espectador, Fidel Cano, pierde su oficina. Un joven entra y descuelga los cuadros de la pared, remueve con cuidado el computador de su jefe y los periódicos de su escritorio.
—¿Me voy? —pregunta Fidel.
—Sí, por favor —responde el acucioso intruso, quien procede a apilar cuatro grandes tomos de diccionario en la mesa de reunión, sobre los cuales pone una cámara.
Entra una mujer delgada y se sienta detrás del escritorio de Fidel. Tranquila, se mira en el reflejo de su celular, hace un chiste sobre su pelo indomable y se ríe mientras acomoda su corbata. Después de ajustar el guion, la iluminación y el encuadre, la mujer que hasta hace un momento sonreía, mira a la cámara. Su cara cambia: baja la barbilla, frunce un poco el ceño, su mirada se endurece. 3, 2, 1: “Ser gay en América Latina sigue siendo una pesadilla”, dice con un tono tan serio como su expresión facial. Y así, de repente, aparece en la pantalla de la cámara una figura que he visto muchas veces: La Pulla.
Hace dos años nació La Pulla como una columna de opinión de El Espectador en video. La idea fue de Juan Carlos Rincón, el coordinador de opinión del periódico. Después de hacer un guion con otros tres periodistas, lo envió a toda la redacción con una convocatoria para unirse al proyecto. María Paulina Baena se enamoró de la idea, aprendió el guion de memoria y después de dos audiciones, quedó elegida como La Pulla.
En este tiempo, el canal de YouTube ha conseguido 435.000 suscriptores y más de 26 millones de reproducciones. Bajo el lema “Emberráquese con argumentos”, La Pulla desafía semanalmente el poder. Ella y su equipo se valen del lenguaje coloquial, la ironía y la dramatización. Es una opinión visceral, rabiosa y, sobre todo, frentera. Han calificado al exprocurador Alejandro Ordoñez de hipócrita: “Procurador, nada nos hace salivar más que la candidatura presidencial de un ultraconservador, mentiroso y autoritario, que dijo que los paracos estaban defendiendo su derecho natural”. Y han pullado a todos: desde los corruptos en Casanare hasta el expresidente Álvaro Uribe Vélez: “A Uribe lo acusan de ser chismoso, de ser un paramilitar, un patrocinador del narcotráfico, cómplice de numerosas masacres, de ser corrupto y de obstruir la justicia […]. ¿De verdad usted tiene la conciencia tranquila, senador?”, le pregunta La Pulla directamente a Uribe.
Ha sido tan viral el fenómeno de La Pulla, que el mismo gobierno tuvo que inventarse una forma de responder a la crítica de estos irreverentes periodistas. En medio de la crisis energética que atravesaba el país en 2016, La Pulla publicó su primer video: Ahora resulta que si va a haber apagón va a ser culpa nuestra, en el que le hablaba directamente al presidente Juan Manuel Santos y le decía que él es el verdadero culpable. La Presidencia publicó La Contrapulla, un video improvisado en el que trataba de defenderse, copiándose del estilo característico de La Pulla.
Sin embargo, La Pulla ha mantenido su tono burlón y su actitud insolente en cada video. Y aunque la han tildado de gritona, insoportable y consentida, enfrente del cañón, o sea, de la cámara, siempre ha estado María Paulina Baena. Así se llama cuando no está vestida con blazer negro, corbata y gafas de marco rojo.
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En la sala de redacción de Cromos, María Paulina se mueve como si estuviera en su casa. Saluda a los compañeros de trabajo con los que se cruza, les pregunta cómo van. Uno de ellos le hace el nudo de la corbata antes de grabar. Camina unos ocho pasos desde su puesto de trabajo en Cromos hasta El Espectador. Y entra a la oficina de Fidel Cano como si fuera suya. Ya son casi cinco años trabajando en esta tradicional casa editorial.
María Paulina se graduó de comunicación social y ciencia política en la Universidad Javeriana. Jorge Cardona, su profesor de Periodismo Político y editor general de El Espectador, fue quien la llevó al medio. “Yo la tuve en clase, intervino poquitas veces, pero a mí siempre me pareció que tenía un ángel muy especial. Pero más allá de su carisma, porque carisma pueden tener muchas personas, me sorprendió mucho su escritura, impecable”. María Paulina entró entonces a trabajar en el periódico siendo estudiante. Empezó haciendo entrevistas para Un chat con… y eventualmente entró a la sección Vivir, donde cubría temas de educación, salud, medio ambiente y ciencia. Hoy se dedica ciento por ciento a La Pulla.
“Cuando me llamó Jorge, yo casi me desmayo de la emoción, pero sí quedé extrañada, pensé: ‘De pronto no soy yo, de pronto se confundió’. Porque, además, yo nunca participaba en clase. O sea, yo hacía lo que había que hacer, me iba muy bien, pero yo no era de esas estudiantes que vivían preguntando y alzando la mano. Me daba pena hacer una presentación en PowerPoint, incluso se me quebraba la voz cuando hablaba en público”, recuerda María Paulina.
Hoy tiene el pelo recogido y sus gafas —grises esta vez— reposan sobre la mesa. Es diferente a la que he visto siempre, una versión más amable de la mujer que cuestiona en YouTube a los altos cargos del país. Ser la imagen de la columna de opinión más vista de El Espectador le ha permitido —y forzado— a superar esos miedos e inseguridades. Su trabajo la ha convertido en líder de opinión, conferencista y hasta profesora ocasional.
Sentada en su escritorio, María Paulina le explica a una practicante cómo editar para Voz Populi. Su puesto de trabajo se encuentra al lado de la ventana y, sobre este, su agenda de Aleida. Con los ojos fijos en el computador, trata de ajustar una foto. “¿Ves? Así”, le dice con voz suave. Es jueves, o sea que el video de La Pulla se difundirá al mediodía. “Chin, chin, chin”, tararea María Paulina mientras trabaja en la edición. El video de hoy es acerca de los documentales y su importancia para incomodar a los poderosos. Este será reproducido aproximadamente 270.000 veces.
“Cuando nos enseña es superpaciente. Ella es la que me guía para manejar el Instagram de La Pulla y la que nos dio el tutorial sobre edición para que no la fuéramos a embarrar cuando nos tocara editar a nosotras solas”, explica Tatiana Peláez, practicante de La Pulla desde hace un mes, tiempo en el que ha descubierto en María Paulina una persona muy tranquila y una buena mentora. “Nunca la he visto brava; de hecho, casi siempre se está riendo”.
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—¿Alguna vez te han afectado los comentarios en Twitter? —le pregunto a María Paulina.
—Pues al principio no estaba acostumbrada a eso, a que me lanzaran tantos dardos todo el tiempo. Todo el tiempo. Todo inundado de gente que te odia, que habla de ti, hace memes de ti. Yo pensaba: “¿En qué me metí?”.
—Pero ¿eso no es consecuencia de que ahora seas una figura pública?
—Sí, pues yo no quiero ser el pararrayos de odio de nadie ni tener las orejas inflamadas y rojas todo el día, pero esto no podría ser de otra forma. Y si queremos tener el impacto que queremos tener, pues me toca tragarme ese sapo. Punto.
Uno de sus momentos más complicados siendo La Pulla fue la etapa posterior a la publicación del video No más mentiras sobre el aborto: “Me empezaron a llegar fetos a mis redes sociales, y casi me muero”, comenta frunciendo el ceño. Los comentarios, además, decían cosas como “¡Asesina!” y “Ojalá la hubieran abortado a usted”. Y aunque esto llegó a afectarla, hoy ya no se deja agobiar de la misma manera. Afirma que ahora tiene el “cuero” un poquito más duro y sabe qué anzuelo morder.
María Paulina Baena // Foto cortesía de La Pulla
A pesar de que las personas la reconozcan en la calle, le griten y levanten el dedo del medio al aire, María Paulina también es la que recibe más flores. A finales de abril fue panelista en dos de las universidades más prestigiosas del mundo: Harvard y MIT. A su lado, estuvo el reconocido periodista Daniel Coronell. “¿Uno cómo disimula la emoción de estar al lado de Daniel Coronell?”, escribió María Paulina Baena en Twitter. “El honor es mío. Mil gracias”, le respondió él.
Cuando le pregunto sobre si la agobia estar en la esfera pública, dice que no deja de parecerle extraño pasar de ser una persona normal a convertirse en una figura conocida. “Tú en un momento eres una periodista más de la redacción de El Espectador, nadie sabe quién eres, tienes si mucho 500 seguidores en Twitter. De buenas a primeras, se te trepan esos seguidores y la gente empieza a hablar de ti. Te empiezan a llamar de radio, televisión, Netflix, para hacer mil vainas, mil proyectos, y uno está hasta acá ¿sí?”, dice con los dedos apuntando a su sien.
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El 3 de noviembre del 2016, María Paulina subió a la tarima del Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo con un vestido rojo a juego con sus icónicas gafas. Con una sonrisa, ella y sus compañeros les dieron la mano a los siete miembros del jurado, les agradecieron y recibieron un cartón que certifica su logro. Tan solo siete meses después de la publicación de su primer video, el equipo de La Pulla fue galardonado con el premio más importante del periodismo nacional: el ‘Simón Bolívar’.
“Ver a Juan David Torres, que fue mi monitor en Directo Bogotá; a Santiago La Rotta, exalumno; a Juan Carlos Rincón, que es profesor del campo de Periodismo; y a María Paulina pasar a recibir el premio fue muy emotivo”, recuerda Maryluz Vallejo, actual presidenta del jurado del ‘Simón Bolívar’ y antigua profesora y asesora de tesis de María Paulina.
El equipo de La Pulla con los premios que han recibido // Fotos cortesía de La Pulla
La Pulla obtuvo el reconocimiento en la categoría de ‘Opinión y análisis en televisión’, con el video Dejen que los homosexuales adopten. En el fallo del jurado se lee lo siguiente: “Obtuvo el galardón gracias al desparpajo de su estructura y a su lenguaje contemporáneo, todo lo cual usó para referirse a una polémica que otros medios siguieron comentando con los mismos elementos visuales de toda la vida”. Y son precisamente estos factores los que hacen que María Paulina y el formato de La Pulla conecten tan bien con su audiencia, con un público joven que está aprendiendo a informarse”. A lo cual Maryluz Vallejo añade: “La adoran porque es muy auténtica, y eso conecta perfecto con la juventud. […]. La primera vez que vi lo que desataba en los jóvenes fue cuando volvió aquí a la universidad a participar en una charla. Los estudiantes se hacían selfies con ella, le tomaban fotos, y ella se moría de la risa viendo la fila que hacían para que les firmara un autógrafo”.
Ante todo, tanto María Paulina, como los demás miembros de La Pulla, emanan sencillez. “Digamos que sí ha sido como ir en una carrera de Fórmula 1, pero con los pies sobre la tierra. Siendo muy conscientes de quiénes somos nosotros, de dónde venimos, de que somos un equipo”, dice. Sencillez es su filosofía, pero también gratitud con su trabajo con y aquellos que lo aprecian.
—Hay personas que se disfrazan de ti en Halloween.
—¡No! ¡Qué video! –me responde María Paulina mientras que sus mejillas se enrojecen—. Es muy lindo cuando la gente se interesa por ti —agrega—. Cuando reconocen que en lo que hacemos hay algo especial, que los hace sentir algo. Ese era el objetivo de La Pulla: dotar al periodismo de emoción.
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María Paulina repasa las líneas del guion una vez más. Con un esfero en la mano, va haciendo anotaciones a medida que lee en voz baja. “A las personas LGBT de América Latina las siguen odiando por ser quienes son”, dice casi susurrando. Esta mujer no es una actriz. Ella creó este personaje, lo construyó sin tener idea de cómo hacerlo. Es un personaje genuino, al que le presta todos sus sentimientos, sus entrañas, su rabia. “Mucha gente puede pensar que María Paulina es brava. Eso es normal, pero un poco ingenuo. La Pulla y ella son muy distintas, al menos en su actuación pública; a María Paulina le importan todos los temas de los que está hablando, ella no está diciendo cosas que no siente en el fondo del corazón, pero naturalmente no las va a decir así todos los días”, dice Juan David Torres, otro de los miembros del grupo. La Pulla, si bien tiene rasgos exacerbados, tono fuerte y postura imponente, es María Paulina. Al final, lo que ella hace ahí dentro, en la oficina de Fidel Cano, no es ficción, es periodismo.
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